miércoles, 5 de diciembre de 2018

Filek




Hay millones de personas que atraviesan la existencia sin dejar más huella  en el mundo que alguna foto borrosa o una anécdota que sus sucesores recordarán durante dos o tres generaciones, para luego dejar que sea engullida por el sumidero de la nada. Personas sin significado colectivo y sin trascendencia social, cuya única virtud (o cuyo imperdonable error) ha sido la transmisión de su material genético a las generaciones posteriores. Pero que tal destino aguarde a algunos seres especiales, únicos, llamativos, se antoja tan sorprendente como digno de análisis.
Albert von Filek Wittinghausen fue una de esas singularidades. Y, como tal, provocó la curiosidad investigadora de Ignacio Martínez de Pisón, uno de los mejores novelistas de España. ¿Cómo era posible que una persona que había engañado al general Franco, haciéndole creer que estaba en condiciones de fabricar una gasolina nueva, a base de agua y destilados frutales, se mantuviese en la grisura del anonimato? ¿Cómo era posible que apenas hubiera merecido diez líneas en un libro de Paul Preston, sin que otros intelectuales se interesasen por sus peripecias?
Recorriendo archivos, solicitando documentos, devorando la prensa de la época, analizando expedientes y frecuentando dependencias oficiales, el escritor de Zaragoza fue reuniendo con larga paciencia todos los hilos que le permitieran reconstruir las andanzas de aquel estafador que buscó la financiación de la República y del franquismo, que se codeó con Ramón Serrano Suñer (el Cuñadísimo), que fingió ser militar y periodista, que se hospedó en mil sitios (abandonándolos sin pagar o tras ultimar alguna de sus tropelías), que pasó de la celebridad periodística a la mugre de las prisiones y que acabaría muriendo en Hamburgo, tras haberse casado con una misteriosa mujer granadina.
Reconstrucción e investigación que conforman, junto a algunas conjeturas del novelista, un relato magnético, lleno de intriga y claroscuros, que la mano poderosa de Martínez de Pisón sostiene sin altibajos. Deslumbrante.

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