lunes, 24 de diciembre de 2018

Prosas (en verso)




Me regaló este libro, allá por el verano de 2002, mi amigo Pepe Colomer, y lo leí con agrado. Ahora, dieciséis años después, lo releo; y anoto algunos detalles sobre el volumen, que me permitirán constatar (si vuelvo a sus páginas en una tercera ocasión) cómo se mantiene o cómo varía mi opinión sobre la obra con el paso del tiempo.
Diré en primer lugar que hay poemas que, por su radical personalismo, no he llegado a entenderlos del todo (coloqué un signo de interrogación en el margen en la primera lectura, y continúo sin saber desentrañarlos). Pero creo que el resto atesoran las más aquilatadas virtudes líricas de su autor: fino humor sardónico, dulzuras culturalistas, logrados sonetos, descreencia del nacionalismo más chato y montaraz, etc. Me ha impactado sobremanera la crispada emotividad de su “Veinticinco pluvioso” (dedicado al crimen que acabó con la vida de Tomás y Valiente) y me ha galvanizado el erotismo elegante del poema “De profundis”. Por atreverse, Juaristi se atreve hasta con los poemas en versos acrósticos, como en “Shermot”; o en acrósticos juguetones, como en “El festón de Baltasar”.
Muy buen libro de este poeta vasco, látigo de nacionalistas tontucios, que no tiene problemas en referirse al “tren blindado de la medianía” y que sostiene con una indesmayable firmeza que “todo saber se ha de abrir paso siempre hacia arriba”.

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