viernes, 16 de noviembre de 2018

La palabra inflamada




Decepción. Es la palabra primera que me viene a la mente tras acabar el volumen La palabra inflamada, de José Luis Calvo Carilla (Península, Barcelona, 2000), que prometía ofrecernos una interesante “Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX” (es el subtítulo de la obra). Pensé que podría tratarse de un libro ágil, fresco, divertido, rebosante de chispa, anécdotas y sonrisas. Bueno, pues no. El autor, por un ejercicio de prestidigitación cuya esencia no llego a alcanzar, resulta que odia profundamente los piropos, porque le parecen unas “arcaicas muestras de fogosidad” (p.34) y unos “vergonzantes tics verbales” (p.125). Total, que esto es como si un abstemio dictaminara los valores en un catálogo enológico: una absoluta memez.
Para más irritación, este profesor de Literatura en la universidad de Zaragoza no tiene empacho en escribir equivocadamente algunas palabras de su propio idioma. Véase para demostrarlo (y no es el único ejemplo) ese “espúrea”, que no sólo inserta en la página 167, sino también en la 239, para que no podamos atribuirlo a descuido ocasional.
En resumen, que he bostezado con sus melindres, me he irritado con muchas páginas pedantes y que no venían al caso (salvo para exhibir la presunta cultura de su autor), y he descubierto un único piropo gracioso, que está en la página 28: “Chiquiya, eres tan alta que, para subir a darte un beso, hay que hacer noche en el ombligo”. Un bagaje cortísimo para una obra tan ambiciosa.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Bastantes melindres y mediocres tengo ya a mí alrededor...buen camino lleve 😏💋