miércoles, 7 de noviembre de 2018

Las voces de Marrakesh



Resulta curioso que, no gustándome nada viajar, me gusten tanto los libros de viajes, los volúmenes donde quienes sí frecuentan paisajes distintos, países que no son el suyo y atmósferas diferentes, anotan sus impresiones. Me ha vuelto a ocurrir con el tomo Las voces de Marrakesh, de Elias Canetti, que traduce José-Francisco Yvars y publica el sello Pre-Textos.
En sus páginas me he paseado por el mercado de camellos ante la muralla en Bab-el-Khemis; he visitado bazares de especias y marroquinería; he asistido a través de los ojos y los oídos del escritor búlgaro al espectáculo interminable del regateo (“Podríamos pensar que existe mayor variedad de precios que personas distintas sobre la Tierra”); he escuchado la salmodia repetitiva y hasta cierto punto hipnótica de los ciegos que mendigan en la ciudad; he sabido de la inconveniencia de hablar en la calle a las mujeres que llevan velo; he conocido algunos vericuetos del barrio judío (el Melah); he contemplado con respeto los minaretes (“Faros habitados por una voz”); y me ha asombrado, sin entender el idioma (como a Elias Canetti, que tampoco lo entendía), el poder seductor de los cuenteros del mercado.

Ese mundo abigarrado, especial, tórrido, donde se abrazan la felicidad y el hambre, la pobreza y la dignidad, queda retratado bellamente en un volumen que me siento dichoso de haber encontrado y leído.

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