Empiezo a
leerme (lo haré con lentitud, durante meses, a pequeños sorbos), los diecisiete
tomos de Las mil noches y una noche,
en la traducción de J. C. Mardrus, que versiona Vicente Blasco Ibáñez (Foro
Ediciones). Los adquirí hace un año y medio y creo que ya va siendo hora de
sumergirme en sus millares de páginas.
El primer
tomo se inicia con una alabanza destinada a las personas que conocen y respetan
las historias de la tradición, porque de ellas se obtiene siempre una gran
enseñanza provechosa (“¡Gloria a quien guarda los relatos de los primeros como
lección dedicada a los últimos!”). Y, a continuación, se inicia la conocida
leyenda del rey Schahriar, que posee cada noche a una doncella, a quien ordena
matar al rayar el alba. Scheherazada, hija del visir, asume el reto de mantener
el interés del monarca con cuentos que, inconclusos al amanecer, promete
continuar durante la noche siguiente, si goza de su benevolente autorización.
Así, le
hablará de hechiceras que convierten a los hombres en animales (noche 1), de
efrits encerrados en jarrones en el fondo del mar (noche 2), del rey que mató a
un halcón sin saber que éste le había salvado la vida (noche 5), de un libro de
páginas envenenadas que mata por contacto (noche 5), de un chico que fornica
con su hermana (noche 12), etc.
Me han
provocado asombro y sonrisa algunas hipérboles eróticas, como la que puede
consultarse en la noche 15: “Pasé con ella toda la noche. Le di cuarenta
asaltos de verdadero asaltador y correspondió a ellos, y cada vez me decía:
“¡Ay, ojos míos! ¡Ay, alma mía!”. Y me acariciaba, y la mordía yo, y ella me
pellizcaba, y así durante toda la noche”. La mujer, agradecida y saciada, no
tendrá empacho en reconocer al fogoso varón sus innegables virtudes: “Tú eres
verdaderamente el cabalgador más rico en corvetas y en medida de largo y
grueso”. Tales ímpetus genitales se repetirán en otro hermoso muchacho de
quien, protagonista de la noche 20, se nos dice que “ha sido creado para poner
en combustión todas las vulvas”; o en aquel otro del que se pregona, en la
noche 21, que “ataque tras ataque, el ariete funcionó quince veces seguidas,
entrando y saliendo sin interrumpirse”.
Un primer
volumen muy atractivo, donde la amenidad, el humor, el sexo, los encantamientos
y las curiosidades asaltan los ojos del lector en cada página.
No hay comentarios:
Publicar un comentario