Acabo los Cuentos para perros, de Miguel Mihura,
en la edición de Julián Moreiro (Bruño, 1994), un libro que me ha parecido
medianito. Es verdad que tiene instantes de chispa, y hasta de presunta
genialidad surrealista. Pero lo malo de tantas chispas seguidas y amontonadas
es que no producen, en mi opinión, la imagen de una hoguera, sino el raro
fastidio de estar siendo burlado por un autor habilidoso que payasea
conscientemente su propio estilo. Es un humor ganso y un pelín infantiloide,
que fatiga (que a mí al menos me fatiga) por acumulación.
¿Destellos
memorables? Varios, no lo negaré. Por ejemplo, cuando propone en el cuento “El
mar” que la solución para las tormentas y naufragios es asfaltar todos los
mares y océanos; o cuando habla en “La difícil profesión” de un fotógrafo que
retrata cosas y le salen otras distintas (imposible no establecer lazos con el
célebre “Apocalipsis de Solentiname”, de Julio Cortázar); o cuando dice en “El
cielo” que las enfermedades, la muerte, la ceguera o la invalidez deberían
durar 8 horas al día, como una jornada laboral. Y, algunas veces, su humor ingresa
en una crueldad borde sin mucho sentido, que resulta difícil de disculpar
(“Aumentaba el hambre. Miles de criaturas morían de inanición. Las mujeres
daban aullidos de espanto. Era graciosísimo. Daba mucha risa aquello”). Pero
vale. Está bien para pasar el rato. Ingeniosa la frase donde nos habla de una
chica demasiado convencional (“Era tan cursi aquella señorita, que tenía un
novio”, o aquella otra en la que nos cuenta cosas sobre un señor “feliz como un
arroyuelo”.
Mihura es así. O lo
tomas o lo dejas.
1 comentario:
Comparto contigo la buena sensación de leer este libro, fue un regalo, me gustó muchísimo y no pensaba que me gustaría y lo hizo 😄 una de las cosas que más me gustó fue lo que tú mismo estás comentando de los naufragios y es que cuántas veces he escuchado decir, al menos aquí en mi tierra que la única manera de no caerte contra el suelo es quitar el suelo... más o menos.
Besitos 💋💋💋
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