Explicaba
Dámaso Alonso que él era un poeta “a rachas”. Es decir, un escritor al que el
aliento lírico le llegaba irregularmente y que se limitaba a dejarse llevar por
esos momentos y convertirlos en tinta. De esa manera se distanciaba de la
noción de “poeta” como autor constante, febril, meticuloso y de producción
continua.
La
salmantina Carmen Martín Gaite (1925-2000) no tuvo dudas a la hora de publicar
los versos de este volumen y de colocar bajo el título (Después de todo) una aclaración idéntica: “Poesía a rachas”.
En estos
versos sencillos, huérfanos de casi todo aparato retórico, nos habla del amor y
el desamor, de la férrea voluntad que todos debemos exhibir para optar por un
camino en la vida (y mantenernos en su cauce pese a las advertencias o críticas
de los derrotistas), del afán que debemos mostrar a la hora de defender la
alegría, del modo a veces absurdo en que dilapidamos nuestra existencia.
Me apunto
una copla que aparece en la página 79 y que contiene, simpáticamente, una dosis
de humor y otra de maldición gitana:
“Escucha
lo que te digo,
compañero,
dulce amigo
de
sinsabores y empeños:
No te dé
Dios más castigo
que tener
a otra contigo
cuando me
llames en sueños”.
1 comentario:
Carmen no es una mente de rachas, si no continua, sorprendente chirimiri de genialidad.
Besitos
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