Como no me gusta
alejarme de ningún género durante demasiado tiempo (creo en la higiene cultural
que supone abrirse a formatos cambiantes), termino el mes de mayo leyendo la Poesía de François Villon, que traduce y
anota Juan Victorio (Altaya, Barcelona, 1996).
En general, me ha
parecido una obra demasiado aherrojada por sus coyunturalismos (nombres
propios, alusión a burdeles, etc), que hacen que su lectura actual pueda llegar
a ser bostezante. Y en cuanto a los contenidos “ideológicos”, no salen
demasiado de los tópicos conocidos del carpe diem, del ubi sunt y por ahí. Es
decir, que pocas maravillas he podido degustar.
Me ha hecho sonreír
con algunas comparaciones (“piensa menos que un armario”, “vale menos que el
asa de un cubo”, etc); pero, en general, no me deja una huella imborrable.
“Aquel que se crea
que los que murieron eran semidioses tiene mucho mérito”. “Sea en público o
bien en privado, o en cualquier lugar, no se debe hablar de gentes capaces de
vengarse de uno”. “Es triste vivir en los sueños que atan a los jóvenes a su
juventud”. “Aquel que cree dañarme me ayuda eficazmente”. “Inimicum putes qui
te presentem laudabit (Debes considerar como enemigo a quien te alaba en tu
presencia)” (esta última sentencia dice haberla extraído del Seudo Catón).
1 comentario:
A partir de ahora cambiaré mi sempiterno: tienes menos cerebro que un gato de yeso, por, piensas menos que un armario 😁
Una reseña muy vigoriza te...
Besos.
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