Cada época
transporta adheridas a su espalda, de forma inevitable, un buen número de necedades
pseudocientíficas que, con el transcurso del tiempo, pueden resultar cristalinas
o pasmosas para quienes las contemplan desde la distancia. Juan Vico (Badalona,
1975), uno de los pulsos narrativos más prometedores de los últimos años, ha decidido
adentrarse en una de esas singularidades para convertirla en el eje de su
novela Los bosques imantados, con
unos resultados más que notables. La acción se sitúa en 1870 en las
inmediaciones del bosque de Samiel, un territorio de gran fama entre los
adeptos al magnetismo, que lo consideran un poderoso núcleo de actividad paranormal,
del que pueden esperarse asombrosas experiencias.
La novela se inicia cuando
faltan pocos días para que se produzca un eclipse lunar que, en opinión de los
expertos, multiplicará el poder magnético del citado bosque. Congregados por
este hecho astronómico (y por la asombrosa noticia de que Locusto, un experto
en ocultismo del que nadie conoce su aspecto o identidad, estará presente
durante el eclipse) se dirigen hacia el pueblo dos tipos de personas, muy
diferentes entre sí: de un lado, un enorme bloque de enfermos, investigadores y
farsantes, que esperan curarse u obtener algún beneficio de aquel
desconcertante cónclave; del otro, un pequeño grupo de periodistas que vienen a
curiosear y redactar sus reportajes y que muestran (en especial Victor Blum) una
actitud reticente ante la presunta “magia” del bosque. Cuando la iglesia de la
localidad sea profanada (vacían los ojos de un Cristo y tiñen de rojo el agua
de una pila), la situación comenzará a adquirir un aspecto preocupante. Y
cuando aparezca muerto de un disparo un dibujante en el mismo límite del bosque
comenzará a extenderse una tensa sensación de angustia, que empapa a los
visitantes y también a los lugareños…
Dosificando con gran talento la intriga,
introduciendo informaciones sobre magnetismo o sobre ciencia sin asfixiar a los
lectores y, sobre todo, redactando sus páginas con una impoluta perfección,
Juan Vico consigue en Los bosques
imantados una novela madura, seria, firme y convincente, donde misterio,
lirismo y una magnífica prosa se mezclan con adecuadas dosis de humor y hasta
de sexo. Uno de los libros mejor concebidos y mejor acabados de la temporada.
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