Sobre los autores que comienzan en el mundo de la
literatura se suele asperjar muchas veces una cierta dosis de incienso
balsámico. En parte, porque el crítico se aferra a la esperanzadora idea de que
serán el mercado o los editores quienes ejecuten la sensata acción de moderar
la euforia del primerizo; y en parte, también, porque tiene la suficiente
memoria como para recordar el ingente número de ocasiones en que expertos de
gran valía metieron la pata sacudiendo estopa a voces emergentes que luego
alcanzaron consagración.
En el caso de Diego Sánchez Aguilar, los elogios
que puedan verterse sobre su reciente libro de relatos Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino (editado por el joven sello
Balduque, de Cartagena) serán todos justos y de ninguna manera deudores del
paternalismo, la hipocresía, la amistad o la cautela. Son auténticas obras
maestras del género. Lo repetiré, por si algún lector ha pasado los ojos
distraídamente sobre la última línea: auténticas obras maestras del género. No
se percibe en sus páginas ninguna vacilación estilística, ninguna bisoñez
temática, ninguna falla estructural. Constituyen gráciles ejercicios de soltura
y de plenitud literaria. Todo en estos relatos evidencia la huella de un
escritor de genio.
Y no se trata tan sólo de que consiga elevadísimas
dosis de belleza formal, sino que cuaja en cada una de las siete historias del
volumen una propuesta donde la psicología y la sociología son manejadas con
inusitada habilidad. Diego Sánchez se transmuta en un espectador privilegiado
que observa su entorno y que lo disecciona con un bisturí o un escalpelo de lúcida
precisión, entregándonos retratos en los que todos, ay, podremos contemplarnos:
el oficinista cuarentón que, durante una celebración gastronómica de la
empresa, se obnubila con la posibilidad de tener un escarceo erótico con la
compañera nueva, joven y que, en apariencia, no lleva bragas; el hombre gris y
sedentario que se excita con el blog sexual de una muchacha anónima; las
mujeres de mediana edad que viajan hasta Cuba y viven su particular desmadre;
la pareja de vida marital tediosa que escucha el trajín sexual estereofónico de
los nuevos vecinos; la mujer que vuelve a encontrarse en una reunión de
antiguos alumnos a su primer novio y siente un hormigueo que la lanza hacia él;
el hombre que espera, mordiéndose las uñas y muerto de celos, a su mujer (que
ha asistido a una cena de empresa y no parece tener prisa por volver a casa,
quizá porque se siente atraída por algún compañero y está aprovechando la
coyuntura para cepillárselo)... Vidas de clase media, como la de cada uno de
nosotros. Vidas donde el deseo, el amor y el reconocimiento sufren altibajos.
Vidas donde el gris se complace en bautizarnos con cada pitido del despertador.
Vidas donde tendemos a centrar la mirada en los aspectos negativos y donde nos
sentimos agredidos por el azar o la fortuna. Vidas donde siempre hay una
lágrima esperando ser vertida.
Diego Sánchez Aguilar detecta esas situaciones, las
analiza, las taxidermiza y las expone ante nuestros ojos con una prosa
excepcional. Si quieren conocer a un estilista de primera fila entren en la
página de la editorial y háganse con este libro. Me darán la razón.
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