lunes, 9 de mayo de 2016

Los amantes de Teruel



Juan Eugenio Hartzenbusch es de esos dramaturgos cuyo nombre hemos visto en los libros de texto, nos han resultado sonoros o peculiares… pero a los que, por regla general, no solemos acercamos como lectores.
Hoy rompo esa inercia (en la que reconozco haber naufragado en más de una ocasión) para recorrer las páginas de Los amantes de Teruel, una de sus piezas más emblemáticas. Y seré tan honesto como siempre soy en este Librario: me ha parecido una obra notable, que he leído con gusto.
En ella seguimos las peripecias amorosas de Diego Marsilla, que se alejó de su amada Isabel para buscar fortuna durante seis años y merecerse así su mano. Por crueldades del Destino se encuentra preso en las manos del rey moro de Valencia… cuya esposa, como no podía ser menos para enredar la acción romántica, se enamora fatalmente del seductor cautivo cristiano. Entretanto, en su Teruel natal el poderoso don Rodrigo de Azagra acumula méritos para obtener en matrimonio a Isabel, que espera con ansiedad el retorno de su amado. Don Rodrigo, que ha efectuado innumerables buenas acciones para ganarse el favor de la chica y de su familia (sería mezquino no reconocerle esas virtudes), no dudará al final en recurrir al chantaje. Justo después de celebrarse la boda, don Diego Marsilla conseguirá regresar y se encontrará con la desagradable noticia de que su prometida ya no le pertenece.
Alternando prosa y verso, Hartzenbusch consigue en estas páginas un ritmo móvil, flexible y lleno de gracia, que consigue que pasemos por alto los sabidos infantilismos de los dramas románticos: impetuosas declaraciones de amor más bien hiperbólicas, muertes súbitas causadas por la pena, anagnórisis más aparatosas que creíbles, etc.

Podríamos decir que sobrevive a la zozobra del tiempo, lo que no es poca cosa.

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