domingo, 31 de mayo de 2015

Elías de Buxton



Tiene toda la razón Christopher Paul Curtis cuando afirma, hacia el final de su libro, que escribir sobre la esclavitud de los negros norteamericanos es algo espantoso, y que el tema es francamente sobrecogedor “en especial para una novela escrita en primera persona” (p.362). Sí que lo es. Pero sin duda él ha resuelto el embrollo de una forma elegante y tierna en esta obra que, traducida en España por Alberto Jiménez Rioja, publica con acierto la editorial leonesa Everest.
En ella se nos relatan las aventuras de Elías Freeman, un niño que tiene algo que lo vuelve especial: él fue “el primer niño nacido libre en el Asentamiento Elgin” (p.31), una colonia de antiguos esclavos que se instalaron en Canadá, y que desde allí se convirtieron en un reclamo para que los negros que vivían más al sur, en Estados Unidos, lograsen la libertad y la dignidad. En estas páginas excelentes conoceremos al Predicador (un oscuro y enigmático personaje en el que los habitantes del poblado confían, aunque al final les pesará hacerlo), a Cúter (el mejor amigo de Elías, un chico alocado y lleno de fantasías), a Ma y Pa, los padres del protagonista (que tratan de enseñarle la forma correcta de actuar, aunque él no siempre se lo ponga fácil, con sus travesuras e inquietudes), al señor Leroy (un leñador de pocas palabras, que atesora una triste historia en su pasado) y a otros, que llenan la historia de momentos de humor y carcajadas, pero también de instantes de gran dignidad (como el episodio del señor Holton) y de enorme dramatismo (como el encuentro de Elías con unos esclavos que se saben condenados a muerte).

Un libro magnífico, escrito con brillantez, que ayudará a todos los lectores a comprender el bochorno de la esclavitud humana.

No hay comentarios: