Mi
retorno hasta la narrativa de Espido Freire me conduce hasta la ciudad de
Toledo y hasta el año 1598, en plena epidemia de peste. Dos niños (la joven
Elena y su hermanito pequeño Diego) se han quedado en la casa familiar,
mientras sus padres han tenido que desplazarse hasta La Puebla de Montalbán,
donde parecen haber quedado atrapados. A la tensión de la espera se une el
descubrimiento de que los criados planean poner fin a sus vidas, para poder
huir de la epidemia ahora que aún tienen tiempo. Y la valerosa Elena decide
entonces coger a su hermano y, utilizando un viejo pasadizo secreto que
solamente conoce su padre, desplazarse hasta las afueras de la ciudad.
Se
inicia de esa forma una aventura de supervivencia en la que unas monjas (que
indican a Elena el emplazamiento de una cueva protectora) y, algo después, un
pastorcillo temeroso (que le entregará unas mantas y unas provisiones),
intentarán ayudar para que todo termine bien.
El relato está muy bien construido y creo que resulta una lectura agradable, sobre todo para los más jóvenes, que se admirarán del modo en que Elena lucha para sobrevivir, utilizando árboles, plantas medicinales, pesca y caza; y utilizando, sobre todo, su voluntad firme de demostrar (y demostrarse) que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre. Gran oda a la libertad, la valentía y la superación personal, que ha merecido el premio Anaya de Literatura Infantil de 2025.

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