El
azar, que siempre es caprichoso, nos depara a los lectores imprudentes algunas
decepciones y algunas alegrías. Cuando se combina con la mala suerte, puede que
un lector (fue mi caso) abra la novela El nombre de la rosa por la
página justa en que se revelaba la identidad del misterioso monje asesino.
Puedo asegurar que juré en arameo, aun desconociendo el léxico de dicho idioma.
Ahora, quizá como compensación, el azar se ha aliado con la buena suerte y he
abierto la novela Tesa, de Pilar Molina Llorente por la página 89,
cuando la protagonista acaba de abrir un pequeño armario y encuentra en su
interior unas lentes y figuras de cristal y nos habla de “prismas que se
apresuraron a reflejar en colores la luz que les llegaba”. Santo Dios. No
dice que reflejaron, ni que comenzaron a reflejar, sino que “se apresuraron”.
Un detalle así resulta, para mí, suficiente: tenía que leer la obra. Y he
quedado muy satisfecho con la experiencia, por su agradable mezcla de realidad
y de fantasía, que el jurado del premio Edebé sancionó en 2013, con toda
justicia.
Nos
habla de una chica adolescente (Teresa, pero prefiere que la llamen Tesa) que,
por organización familiar, tiene que trasladarse a la casa donde viven su
abuela y su bisabuela. Allí encontrará un hogar antiguo y lujoso, digno de un
anticuario, en el que vivió su antepasado el erudito don Baltasar de
Garciherreros, y donde comenzará a experimentar sensaciones extrañas, como la
de ver sombras que se mueven e incluso ojos que la espían en la oscuridad. ¿Se
trata de meras aprensiones suyas? Así prefiere creerlo… hasta que un día logra
acorralar a una de esas presencias, que resulta ser una criatura llegada de
otra dimensión. Esa criatura le explica de dónde viene y, sobre todo, el
peligro que se cierne sobre la casa debido a la existencia de un túnel que
conecta este mundo con otros mundos paralelos, en los que no viven solamente
criaturas inofensivas.
Una lectura absorbente y casi cinematográfica que resulta muy amena. Creo que puede gustar mucho a los lectores más jóvenes.

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