domingo, 16 de febrero de 2025

Carmen Conde en la luz de sus palabras

 


Me siento muy feliz de saludar, puesto en pie, la aparición del libro Carmen Conde en la luz de sus palabras, del catedrático universitario Francisco Javier Díez de Revenga, columna imprescindible de nuestra docencia, nuestra investigación y nuestra crítica. Es una obra que publica la Real Academia Alfonso X el Sabio, en su colección Biblioteca Murciana de Bolsillo (Vol.164), y que contiene una valiosísima recopilación de los escritos que el autor le ha dedicado a Carmen Conde durante los últimos cuarenta y cinco años: desde los comentarios sobre El tiempo es un río lentísimo de fuego (1979) hasta los tributados a Pues soy mujer y escribiré (2024). Y es delicioso observar de qué manera tan hermosa los distintos escritos se van ensamblando entre sí, como los cristales de una vidriera, para convertirse en un espectáculo de luz y color, que nos entrega la forma entera (humana y literaria) de la escritora: sus primeros pasos como periodista y poeta; su admiración inicial por la figura de Juan Ramón Jiménez; su expansión nacional e internacional; su matrimonio con el también poeta Antonio Oliver Belmás; sus vínculos fraternos con María Cegarra, Amanda Junqueras o Miguel Hernández; la presencia del mar en sus versos; su condición de primera mujer que ingresó en la Real Academia de la Lengua; sus páginas (no tan conocidas) sobre la inicua explotación de los mineros o la crueldad de quienes vencieron en la guerra civil de 1936; ciertos documentos realmente espléndidos, que incluyen instancias redactadas por Carmen Conde, manuscritos de exámenes y otros…

El profesor Díez de Revenga explora y documenta desde una enorme cantidad de ángulos el vivir y el escribir de la cartagenera, logrando que rigor y cariño se unan en cada uno de sus análisis (aportaré un breve florilegio de adjetivos que le dedica en estas páginas: “inquieta” (55), “vehemente” (63), “original” (74), “apasionada” (77), “luchadora” (104), “inolvidable” (132), “intensa” (161), “pionera” (162)…), de tal forma que cuando cerramos el volumen experimentamos dos sensaciones muy fuertes: la primera, que nuestra admiración por la escritora se ha incrementado o, al menos, se ha despertado; la segunda, que Francisco Javier Díez de Revenga es, a su vez, un post-poeta, es decir, un ser sensible que crea belleza mientras rinde tributo a la belleza ajena.

Permítanme que les copie media página de este libro: aquella en la que el autor rememora cómo conoció personalmente a dos de los escritores que más han concentrado su labor como investigador: “Quiero yo recordar a la Carmen activa, siempre joven y decidida que yo conocí muchos años antes, la Carmen que contestaba a mis cartas cuando nadie hacía el menor caso de un joven licenciado indagador de pasados. La Carmen que vi por primera vez (ya nos habíamos escrito mucho) una tarde de Jueves Santo frente a la Iglesia de Jesús. Ella había acudido a oír a los Auroros, y Antonio Segado del Olmo, tan buen amigo, tan joven e impulsivo también, que la acompañaba, se apresuró a presentarme a ella. Recuerdo muy bien su reacción: “Este y yo ya nos conocemos hace tiempo”. Sería 1976. Luego vendría el reconocimiento nacional, la Academia, que elevó a Carmen a la cima del mundillo literario por ser una vez más, como tantas veces ha sido, una gran excepción: la primera mujer que entraba en el sagrado recinto. Me invitó Carmen a su recepción en la Real Academia Española que presidieron los Reyes, entonces muy jóvenes (1979), y recordaré siempre aquel acto entrañable, una tarde fría de domingo de enero, porque a la salida alguien me presentó a Gerardo Diego, y volvió a ocurrir lo mismo. No nos habíamos visto nunca, pero ya éramos viejos conocidos” (p.126).

Otra maravilla de Francisco Javier Díez de Revenga, que enriquece los anaqueles de mi biblioteca.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Estas mujeres hoy un tanto opacadas por la ignorancia gobernante debido a haber vivido durante los años duros del franquismo. Me refiero a Carmen Conde, Elena Quiroga y otras mujeres que permanecieron en el país y publicaron el grueso de su obra durante esos años duros. Todo el reconocimiento -merecido, quién lo duda- se lo llevaron las que se exiliaron y publicaron en el exterior (Rosa Chacel y otras). Es una injusticia que se premie y se condene con esta alegría. Por eso creo que este libro del profesor Revenga que hoy traes y otros que existen o deberían existir sobre otras autoras es muy necesario.
Un abrazo, Rubén