Me
siento muy feliz de saludar, puesto en pie, la aparición del libro Carmen
Conde en la luz de sus palabras, del catedrático universitario Francisco
Javier Díez de Revenga, columna imprescindible de nuestra docencia, nuestra
investigación y nuestra crítica. Es una obra que publica la Real Academia
Alfonso X el Sabio, en su colección Biblioteca Murciana de Bolsillo (Vol.164),
y que contiene una valiosísima recopilación de los escritos que el autor le ha
dedicado a Carmen Conde durante los últimos cuarenta y cinco años: desde los
comentarios sobre El tiempo es un río lentísimo de fuego (1979) hasta
los tributados a Pues soy mujer y escribiré (2024). Y es delicioso
observar de qué manera tan hermosa los distintos escritos se van ensamblando
entre sí, como los cristales de una vidriera, para convertirse en un
espectáculo de luz y color, que nos entrega la forma entera (humana y
literaria) de la escritora: sus primeros pasos como periodista y poeta; su
admiración inicial por la figura de Juan Ramón Jiménez; su expansión nacional e
internacional; su matrimonio con el también poeta Antonio Oliver Belmás; sus
vínculos fraternos con María Cegarra, Amanda Junqueras o Miguel Hernández; la
presencia del mar en sus versos; su condición de primera mujer que ingresó en
la Real Academia de la Lengua; sus páginas (no tan conocidas) sobre la inicua
explotación de los mineros o la crueldad de quienes vencieron en la guerra
civil de 1936; ciertos documentos realmente espléndidos, que incluyen
instancias redactadas por Carmen Conde, manuscritos de exámenes y otros…
El
profesor Díez de Revenga explora y documenta desde una enorme cantidad de ángulos
el vivir y el escribir de la cartagenera, logrando que rigor y cariño se unan
en cada uno de sus análisis (aportaré un breve florilegio de adjetivos que le
dedica en estas páginas: “inquieta” (55), “vehemente” (63), “original” (74),
“apasionada” (77), “luchadora” (104), “inolvidable” (132), “intensa” (161),
“pionera” (162)…), de tal forma que cuando cerramos el volumen experimentamos
dos sensaciones muy fuertes: la primera, que nuestra admiración por la
escritora se ha incrementado o, al menos, se ha despertado; la segunda, que
Francisco Javier Díez de Revenga es, a su vez, un post-poeta, es decir,
un ser sensible que crea belleza mientras rinde tributo a la belleza ajena.
Permítanme
que les copie media página de este libro: aquella en la que el autor rememora cómo
conoció personalmente a dos de los escritores que más han concentrado su labor
como investigador: “Quiero yo recordar a la Carmen activa, siempre joven y
decidida que yo conocí muchos años antes, la Carmen que contestaba a mis cartas
cuando nadie hacía el menor caso de un joven licenciado indagador de pasados.
La Carmen que vi por primera vez (ya nos habíamos escrito mucho) una tarde de
Jueves Santo frente a la Iglesia de Jesús. Ella había acudido a oír a los
Auroros, y Antonio Segado del Olmo, tan buen amigo, tan joven e impulsivo
también, que la acompañaba, se apresuró a presentarme a ella. Recuerdo muy bien
su reacción: “Este y yo ya nos conocemos hace tiempo”. Sería 1976. Luego
vendría el reconocimiento nacional, la Academia, que elevó a Carmen a la cima
del mundillo literario por ser una vez más, como tantas veces ha sido, una gran
excepción: la primera mujer que entraba en el sagrado recinto. Me invitó
Carmen a su recepción en la Real Academia Española que presidieron los Reyes,
entonces muy jóvenes (1979), y recordaré siempre aquel acto entrañable, una
tarde fría de domingo de enero, porque a la salida alguien me presentó a
Gerardo Diego, y volvió a ocurrir lo mismo. No nos habíamos visto nunca, pero
ya éramos viejos conocidos” (p.126).
Otra maravilla de Francisco Javier Díez de Revenga, que enriquece los anaqueles de mi biblioteca.
1 comentario:
Estas mujeres hoy un tanto opacadas por la ignorancia gobernante debido a haber vivido durante los años duros del franquismo. Me refiero a Carmen Conde, Elena Quiroga y otras mujeres que permanecieron en el país y publicaron el grueso de su obra durante esos años duros. Todo el reconocimiento -merecido, quién lo duda- se lo llevaron las que se exiliaron y publicaron en el exterior (Rosa Chacel y otras). Es una injusticia que se premie y se condene con esta alegría. Por eso creo que este libro del profesor Revenga que hoy traes y otros que existen o deberían existir sobre otras autoras es muy necesario.
Un abrazo, Rubén
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