lunes, 18 de noviembre de 2024

Monstruos en la pared

 


Como cualquier persona, tengo defectos y, quizá en menor medida (no me dejaré engañar por la vanagloria), virtudes. Pero creo poder afirmar sin demasiada inexactitud que entre las últimas se encuentra (no sé si en primer término, pero sí en principalísimo lugar) mi condición de buen lector. Más de cuarenta años con libros en la mano me han servido, estoy seguro, para ir afinando mi mirada y mi olfato, que me permiten descubrir con cierta rapidez a los buenos. Y con Ismael Orcero Marín llegué a esa conclusión desde el principio: es un bueno. Lo intuí con su primera entrega en Boria (https://rubencastillo.blogspot.com/2018/02/el-fin-del-mundo.html); lo refrendé con la segunda en la misma editorial (https://rubencastillo.blogspot.com/2021/07/teatro-fantasma.html); y lo rubriqué con la aproximación a sus impresionantes textos Deuda de sangre (https://rubencastillo.blogspot.com/2023/01/deuda-de-sangre.html) y el no menos estupendo Penitencia (https://rubencastillo.blogspot.com/2023/10/penitencia.html).

Ahora, el sello Niña Loba tiene el exquisito buen gusto de poner encuadernación al conjunto de relatos Monstruos en la pared, que muestra una ilustración de cubierta tan llamativa como entrañable. En su interior, nueve historias en las que traumas, recuerdos y obsesiones de la infancia adquieren brillante forma literaria y nos permiten sumergirnos en un mundo que, siendo pretérito, tan cercano se encuentra aún: personas que sufren el trauma de una pérdida, asombrosas peripecias ambientadas en la pandemia de 2020, mujeres que arrastran con el fruto de una equivocación de su juventud, desmanes que se cometen (que quizá todos hemos cometido) durante la niñez, venganzas que se disfrutan con deleite al cabo de los años, leyendas sobre un personaje estrambótico… El imaginario de este volumen es tan amplio como sugerente. Pero, por encima de todo, quisiera que se fijasen ustedes (si tienen el buen juicio de acercarse hasta las páginas de la obra) en el primor vigoroso con el que están escritas, en la energía secreta que nutre el estilo de Ismael Orcero. Y si lo hacen querrán, en la mayoría de los casos, visitar sus trabajos anteriores y seguir disfrutando de sus historias.

Acepten la sugerencia y búsquenlo.

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