Como
cualquier persona, tengo defectos y, quizá en menor medida (no me dejaré engañar
por la vanagloria), virtudes. Pero creo poder afirmar sin demasiada inexactitud
que entre las últimas se encuentra (no sé si en primer término, pero sí en
principalísimo lugar) mi condición de buen lector. Más de cuarenta años con
libros en la mano me han servido, estoy seguro, para ir afinando mi mirada y mi
olfato, que me permiten descubrir con cierta rapidez a los buenos. Y con Ismael
Orcero Marín llegué a esa conclusión desde el principio: es un bueno. Lo intuí
con su primera entrega en Boria (https://rubencastillo.blogspot.com/2018/02/el-fin-del-mundo.html); lo
refrendé con la segunda en la misma editorial (https://rubencastillo.blogspot.com/2021/07/teatro-fantasma.html); y lo
rubriqué con la aproximación a sus impresionantes textos Deuda de sangre
(https://rubencastillo.blogspot.com/2023/01/deuda-de-sangre.html) y el no
menos estupendo Penitencia (https://rubencastillo.blogspot.com/2023/10/penitencia.html).
Ahora,
el sello Niña Loba tiene el exquisito buen gusto de poner encuadernación al
conjunto de relatos Monstruos en la pared, que muestra una ilustración
de cubierta tan llamativa como entrañable. En su interior, nueve historias en
las que traumas, recuerdos y obsesiones de la infancia adquieren brillante
forma literaria y nos permiten sumergirnos en un mundo que, siendo pretérito,
tan cercano se encuentra aún: personas que sufren el trauma de una pérdida,
asombrosas peripecias ambientadas en la pandemia de 2020, mujeres que arrastran
con el fruto de una equivocación de su juventud, desmanes que se cometen (que
quizá todos hemos cometido) durante la niñez, venganzas que se disfrutan con
deleite al cabo de los años, leyendas sobre un personaje estrambótico… El
imaginario de este volumen es tan amplio como sugerente. Pero, por encima de
todo, quisiera que se fijasen ustedes (si tienen el buen juicio de acercarse
hasta las páginas de la obra) en el primor vigoroso con el que están escritas,
en la energía secreta que nutre el estilo de Ismael Orcero. Y si lo hacen
querrán, en la mayoría de los casos, visitar sus trabajos anteriores y seguir
disfrutando de sus historias.
Acepten la sugerencia y búsquenlo.
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