Que
el argumento de una novela dé un giro espectacular y sorprenda en un tramo
importante al lector no es suceso infrecuente; pero que, cuando ese lector ya
se ha confiado, vuelva a dar otro giro y lo descoloque nuevamente ya no es tan
habitual. Ocurre, sí, en novelas policiales y de misterio, pues el mecanismo de
sus argumentos lo facilita y aun requiere; mas no en otro tipo de narraciones.
Robert Alexis ejecuta esa doble pirueta con prodigiosa habilidad en El
vestido rojo, una obra que traduce Teresa Clavel y edita Salamandra. Me ha
encantado.
Situémonos
para comenzar: aparece en escena un teniente que está esperando, junto a sus
compañeros, el inicio de un conflicto bélico. No se nos dice cuál, ni se nos
facilitan detalles sobre la época en que los hechos ocurren. Es la primera (y
fértil) ambigüedad del relato. Pronto conocemos también al soldado Alvinczy,
quien confiesa gustoso a sus camaradas que conoce a una bellísima mujer que le
ha permitido acceder a una experiencia sexual tan turbadora como única. Atraído
por la posibilidad de lograr sus favores, el teniente pide que se la presente,
cosa que él hace gustoso. Desde ese instante, el teniente y la irresistible
Rosetta se transmutan en amantes. Hasta aquí, digamos, nada excepcional: una
historia de corte galante, con pinceladas sexuales y ciertos aromas claramente
inspirados en el Relato soñado de Arthur Schnitzler. Pero entonces
sobreviene la maravilla, porque Robert Alexis nos muestra al teniente paseando
por una calle solitaria de la ciudad y, de pronto, un vestido encarnado llama
su atención desde el otro lado del escaparate (la novela se titula,
originalmente, El vestido). Sus ojos observan la prenda y el vendedor,
cuando se la muestra, coincide en la idea de que se trataría de un excelente
regalo. Y ahí comienza la parte más maravillosa, tierna, valiente e inesperada
de la narración, sobre la cual (lo siento muchísimo) no voy a dar ni el menor
de los detalles.
Si
deciden ustedes bucear en estas páginas se encontrarán con diálogos de gran
belleza, con un duelo a espada, con varios desmayos, con venganzas, con burlas
y, sobre todo, con una prosa delicada y atinadísima, que nos invita a avanzar
por una historia que, se lo aseguro, no olvidarán nunca.
Hagan la prueba.
1 comentario:
Pues además de lo que cuentas en la reseña, la portada es muy sugerente. Besos
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