lunes, 13 de noviembre de 2023

El amanecer de un marido

 


No recuerdo cuándo llegó a mis ojos por primera vez el nombre de Héctor Abad Faciolince, ni quién lo invocaba. Lo que sí recuerdo es que, desde entonces, han sido seis o siete las ocasiones en que ha vuelto a aparecer ante mí, siempre con la etiqueta de narrador espléndido, de cuentista y novelista admirable. Así que cuando hace unos días caminaba por los pasillos de la biblioteca Salvador García Aguilar, de Molina de Segura, buscando obras que llevarme a casa y apareció este libro ante mi cara, me dije: “Ya. Hoy”. La decisión fue atinada: el libro es muy bueno. Estoy hablando de El amanecer de un marido (Seix Barral), entre cuyas páginas he podido encontrar un catálogo muy variado de historias, todas ellas (salvo “Novena”, a la que no conseguí tomarle gusto) memorables: el hijo que come todos los jueves con su madre en el asilo donde está ingresada y que, por un despiste, no acude una vez (“Álbum”); el matrimonio que viaja hasta una exótica playa y se enturbiará con una infidelidad flagrante (“La fiebre en Tolú”); la mujer que decide abandonar a su marido para que él rehaga su vida cordial cuando aún hay tiempo (“En medio del camino de la vida”); la más hermosa carta de suicidio que pueda soñar la imaginación humana (“Memorial de agravios”); la desolación lánguida con la que un marido descubre en el correo electrónico el adulterio de su esposa con un amigo común (“Alguien oculta algo”); las citas literarias que el autor secuestra a Manuel y Antonio Machado, José Asunción Silva y otros autores para introducir sigilosamente en un relato (“Mantis religiosa”); la forma en que el atractivo físico puede desembocar en una tragedia doble (“Juventud, divino tesoro”); las sorpresas que puede encontrarse un pobre periodista cuando compra el suntuoso piso de un narcotraficante que fue asesinado a balazos en su salón (“La guaca”); los tonos melancólicos que impregnan el regreso a Turín de un maduro profesor cuya esposa lo está traicionando; o (y no se pierdan este relato por nada del mundo) las sobrecogedoras páginas que redacta un escritor antes de que (o para que no) vengan a matarlo los descontentos con sus publicaciones en prensa, sean paramilitares, millonarios, gobierno o narcos.

Sí, Héctor Abad Faciolince es un fantástico narrador. Ahora lo puedo decir con la autoridad breve que me da haber leído un libro suyo. No será el último.

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