martes, 7 de septiembre de 2021

La sonrisa de Vadi

 



Cuando el lector se coloca ante una obra de Enrique Jardiel Poncela tiende a pensar que las páginas que va a recorrer con su vista pertenecerán al ámbito del humor, ámbito en el que el madrileño fue patriarca indiscutible. Pero en el caso de la novela corta La sonrisa de Vadi (publicada originalmente en 1922 y ahora de nuevo puesta en circulación por el sello Dokusou) no ocurre así, porque nos encontramos ante un relato donde la fatalidad, el exotismo y los poderes paranormales constituyen la médula del argumento, sin asomo de sonrisas.

Y es una novela en la que, además, Jardiel maneja sagazmente varios recursos de muy llamativa factura: de un lado, el cambio de narrador (comenzamos creyendo que Federico Humanes es quien nos cuenta la historia, pero pronto descubrimos que la estrategia narratológica es más compleja, gracias a la aparición de un segundo narrador-reconstructor de la historia, y aun de informantes secundarios, que la enriquecen y matizan); del otro, el cosmopolitismo de sus protagonistas (Silvio y Federico se conocen en Arizona; el segundo se traslada a Madrid tras enviudar; vuelven a reencontrarse en Argentina, donde Silvio vive con su esposa hindú; etc); y, por fin, la exploración novelesca sobre el mundo de la hipnosis o el control mental, que Patna Tutikor maneja con endiablada y retorcida habilidad para adueñarse del cerebro de cuantos la circundan.

Acabada la obra, el lector se siente todavía incómodo, porque no ha logrado del todo comprender por qué sonríe tanto el enano Vadi, sirviente fiel de Patna, que incluso al ingresar en la muerte parece mostrar la dentadura con inquietante constancia.

Si Enrique Jardiel Poncela era un gigante del humor, en estas páginas se eleva a la misma altura en una narración de misterio, bien trazada y bien resuelta.

1 comentario:

Recomenzar dijo...

qué placer el haberte conocido