martes, 21 de septiembre de 2021

La sombra que habita en nosotros


Podría explicar el suceso que protagonizaron en Murcia en el año 1975 un joven abogado del Estado y la hija del dueño de una academia de enseñanza, pero estropearía la tensión narrativa que se construye, lenta y delicadamente, en las páginas de La sombra que habita en nosotros (La rosa de papel, 2021). Sería estúpido y cruel por mi parte. Digamos, eso sí, que este minucioso delta narrativo creado por Juan Ramón Calero (Murcia, 1947), comienza a fraguarse alrededor de 1914. En esa época inicia su andadura una maquinaria novelesca donde los acontecimientos históricos externos (la Primera Guerra Mundial, el desastre de Annual, la Segunda República, la Guerra Civil, la interminable dictadura franquista) rodean y condicionan a las dos familias que vertebran la obra.

Pero el punto culminante, el centro del drama, hay que situarlo en el año 1940, cuando un fiscal del bando vencedor actúe contra un hombre y contra su yerno, ocasionándoles graves perjuicios personales y profesionales. Arranca ahí una doble trayectoria que los lectores seguimos con interés: de un lado, el rumbo de la familia Blesa, instalados en la parte cómoda de la sociedad y disfrutando de sus prebendas políticas y económicas; del otro, los avatares que afligen a la familia Dávila, rodeados de estrecheces y silencios, obcecados en el duro ejercicio de sobrevivir… Y de pronto, cuando todo parece estabilizarse y entrar en una dinámica rutinaria, aparecen los hijos, Ricardo y Luisa, que se conocerán de manera fortuita y que sentirán cómo el amor nace en sus pechos.

Con esos mimbres se podría haber trenzado una historia sensiblera e intragable, llena de melaza, purpurina y música de violines, con buenos buenísimos y malos malísimos, estudiantes abnegados y novias virginales, y con perdones y reconciliaciones de cartón piedra, hasta el arco iris final. Pero Juan Ramón Calero soslaya esas tentaciones y se aplica a la confección de una novela (realista e imaginativa a la vez) que atraviesa sesenta años de la historia reciente de nuestro país, para dar a los lectores una visión panorámica de la sociedad y del ser humano, galvanizado o aturdido siempre por sus pasiones. Y lo hace además con una prosa cuidada y de avance nítido. Son atractivos suficientes como para sumergirse en esta obra.

Si me aceptan el consejo, adéntrense en la novela. Creo que les puede gustar.

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