Suelo ser ecuánime (o, al menos, intento serlo) cuando me
sitúo ante un autor o ante un libro. Me importa bien poco que se trate de una
obra maestra si a mí me parece un truño; o viceversa. Lo digo y ya está. Al fin
y al cabo, este espacio que llevo más de una década construyendo es mío y ante
nadie tengo que responder, salvo ante mi conciencia. Y hoy toca volver a Javier
Tomeo.
¿He disfrutado con sus libros? Sí. Claramente. ¿He buceado en
una docena larga de ellos? También. A mucha honra. Y de vez en cuando me gusta
releerlos, porque la primera vez que me adentré en sus páginas no tenía este
blog, y ahora quiero dejar constancia de mis impresiones. Dicho eso, pasemos a
la segunda parte de la cuestión: la honestidad.
He dedicado unas horas a Los
reyes del huerto y, simplemente, se me ocurre decir que es una nadería
hortofrutícola con la que pasar el rato. Algunos capítulos (los
correspondientes al ajo o las espinacas, por ejemplo) se me antojan más
originales o simpáticos, porque el autor parece haberles prestado más atención
o haber afilado más su ingenio durante su escritura. Lo demás, una fruslería.
Amena, quién lo dudará, pero fruslería al fin y al cabo.
Seguro que mi siguiente relectura de Tomeo me depara más felicidades.
1 comentario:
Bastantes verduras y hortalizas como ya al día como para ponerme ahora a leer sobre ellas...😅
Ajo y agua. Para tí no Profesor, va un beso 💋
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