domingo, 5 de abril de 2020

La posadera




Cuatro personajes masculinos moscardonean alrededor de Mirandolina, una hábil y seductora posadera que, pese a no estar adornada con una excesiva belleza, encandila y alborota a cuantos varones se acercan hasta su negocio. El primero es el marqués de Forlipópolis, que ofrece protección y galantería a la chica; el segundo es el conde de Albaflorida, quien se decanta más bien por usar su dinero como reclamo, a base de regalitos y dispendios; el tercero es el caballero de Ribaquebrada, que se jacta de odiar al género femenino y que se muestra, hasta caer en sus redes, desdeñoso con ella; y el cuarto es Fabrizio, un sirviente de la posada que se sabe en inferioridad de condiciones con respecto al trío anterior para hacerse con la mano de la muchacha.
Juguetona y coqueta a más no poder, consciente de su capacidad para volver locos a los varones (“¿Dónde está el que sea capaz de resistir a una mujer cuanto ésta tiene tiempo para utilizar sus artes?”, acto I, cuadro III), todo el desarrollo de la pieza consiste en ir observando cómo atrae y repele, sucesivamente, a todos; y cómo, al fin, se termina quedando con uno de ellos, aunque bien claro queda que lo hace sin amor (“También éste ha caído”, pregona con rictus de burla).
Una pieza distraída, ingeniosa y a ratos divertida, con la que pasar unas horas de lectura sin más pretensiones. Nada del otro mundo.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

A veces "nada del otro mundo" es lo mejor que te puede pasar en este, como que hay momentos o estados de ánimo que lo reclaman. Ayer, con un montón de plataformas de cine y series a nuestra disposición, me pasé la tarde viendo a Lina Morgan en "El último tranvía" y partiéndome de risa...casi me pongo después a Martínez Soria, no te digo más.

Besos 💋💋💋