En el
barco que viaja hacia Buenos Aires, el narrador de la historia coincide con
Mirko Czentovic, brillante campeón mundial de ajedrez. Deseoso de acercarse a
él, aunque no sea un gran aficionado (nos dice de sí mismo: “Juego al ajedrez en el sentido más
acabado de la palabra, mientras los demás, los auténticos jugadores, serian al ajedrez, para introducir una
nueva palabra atrevida en el idioma alemán que Hitler me ha vedado”), se pone a
jugar con otras personas, intentando atraer la atención de Czentovic. Lo logra
haciendo que un orgulloso rico contrate los servicios del campeón para que
celebre con él una partida. El campeón, huraño y desdeñoso, vence; y el
millonario, herido en su orgullo, le pide una revancha. Viendo la oportunidad
de conseguir más dinero con aquel botarate, Czentovic se la concede. No
obstante, la intervención de un anónimo viajero les hace conseguir tablas con
el campeón, quien queda desconcertado y sugiere una tercera partida.
A partir
de ese momento, Zweig consigue que los lectores nos centremos mental y
argumentalmente en el anciano caballero, que ha conseguido plantar cara al
campeón del mundo; y comenzará a contarnos su historia: la de un hombre que,
retenido por los nazis, convirtió este juego en un arma contra la rendición
anímica.
Novela sobre la fortaleza de la mente, sobre las obsesiones y sobre la
complejidad íntima del ser humano, esta pequeña obra maestra fue publicada por
el escritor vienés en el año 1941 y se ha convertido en una de sus narraciones
más famosas.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo, una obra maestra ¿Sabías que la primera vez que leí a Zweig me resultó aburrido? 🙄🤫💋
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