Después de haber publicado La celada fuente (1986) y Onégeses. Los despojos de un sueño (1988) se produjo un largo silencio editorial en torno al nombre de Fuensanta Muñoz Clares, que quedó felizmente clausurado en 2004 cuando la Editora Regional de Murcia tuvo el notorio acierto de publicarle el volumen de relatos Mixtura, compuesto por veintiuna piezas en las que la escritora mostraba que podía desenvolverse con la misma eficacia cuando abordaba temas amorosos (“Primavera en la Isla”), memorialísticos (ese orinal obtenido en la feria, en “Falsa palangana”) o costumbristas (“Travesti en el estanco”).
Todos los cuentos del volumen, por unas razones o por otras (temáticas, estilísticas, psicológicas) atesoran virtudes más que suficientes para que el lector les otorgue su aplauso; pero si tuviera que decantarme por algunos de ellos, mi elección es clara: “La llave” (donde se aborda el espinoso y dolorosísimo tema del maltrato femenino, que nunca deja por desgracia de estar de actualidad), “Hugo el portugués” (donde la voz y las trenzas de una niña, ya transformada en mujer, nos invitan a reflexionar sobre los azares de la vida) y “La visita” (una amarga meditación sobre la marginalidad).
Llama la atención el modo en que el personaje de Felicitas aparece, como una especie de Guadiana protagonista, en varios relatos del volumen: “El zapatero”, “Travesti en el estanco”, “Una caja blanca”, “Falsa palangana”, etc. ¿Se esconderá ahí algún personaje real o algún guiño autobiográfico? ¿Y lo habrá en esa profesora irónica que, tras leernos una redacción quinceañera refractaria a la ortografía, cierra con sus comentarios eruditos el cuento “Oveja mía, oveja mía”?
Háganse el favor de leer esta obra. Les va a gustar.
1 comentario:
Cuentos que atesoran virtudes 🤫 no digas más, a la saca con él.
Besos 💋💋💋
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