En el año
1997, el caravaqueño Luis Leante vio publicada su obra Al final del trayecto, con la que había obtenido el premio Odaluna
de novela. Se trataba (si no me falla la memoria) de su cuarto libro editado.
El
protagonista es un hombre llamado Pablo, antiguo integrante de la División
Azul, que llega al pueblo de Moravia, y cuya vida se nos va desgranando con
indagaciones hacia atrás y hacia delante en el tiempo. El autor distribuye cada
capítulo en tres planos: el que nos relata la actualidad, el que nos habla de
los años del pueblo y el que nos refiere las vivencias en Rusia. Quizá lo mejor
de la obra sea la forma en que Luis Leante crea la atmósfera insana y
claustrofóbica del encierro de Pablo: hay momentos en que resulta terrorífico
imaginar el día a día de este personaje (sobre todo cuando, tumbado en su cama,
“piensa en el otoño, en su oscuridad y en su silencio, y piensa en la noche de
todas las noches, en la noche del fin del mundo, y se siente como una momia
inflada, resucitada de la nada. Y siente el peso de sus huesos y la tensión de
sus venas y las motas de polvo posándose sobre él y sobre la cama y sobre el
suelo y sobre las miles de telarañas que se aprietan en el interior del
cuarto”, pp.175-176).
Todas las
ignominias de la guerra, toda su mezquindad y todo su horror flotan en estas
páginas como lo haría un aceite maloliente en las aguas del puerto.
Un Luis
Leante musculoso desde el punto de vista técnico, convincente desde el punto de
vista argumental y seductor desde el punto de vista literario. ¿Se puede pedir
más?
1 comentario:
En cuanto he leído "División azul" se me han puesto los ojos como platos, no me canso de estas historias, de limpiar si, pero de leer, nunca 😂😂😂💋
Publicar un comentario