martes, 14 de mayo de 2019

Veinte poemas para ser leídos en el tranvía




Cuarto libro de poesía que leo o releo en este mes de mayo, y todos me aportan gratos instantes de felicidad. Ahora me sumerjo en las páginas de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, de Oliverio Girondo, en la edición de Trinidad Barrera (Visor, Madrid, 1995). Son espléndidos los juegos de palabras de este autor, su búsqueda de expresiones líricas renovadoras, su coqueteo constante con el ritmo, la sintaxis y el vocabulario. Formidable, formidable de verdad. Podría ahora añadir más explicaciones, pero serían palabrería innecesaria: me deja tan delicioso sabor de boca que lo más oportuno es, creo, comprometerme a seguir con sus versos dentro de unos días. Es el mejor homenaje.
Me encanta que explique cómo “las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa”, que nos hable de “chicas que se inyectan novelas y horizontes”, que nos indique que “no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme” o que nos retrate “unos ojos excesivos, que sacan llagas al mirar”.
Delicioso.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Pues me vendrá bien cuando coja el tranvía a la Malvarrosa...😉😋😘