martes, 21 de mayo de 2019

Calcomanías




Apenas una semana he tardado en volver a los versos de Oliverio Girondo, del que ahora descubro sus Calcomanías, cuya potencia verbal me sigue deslumbrando, al igual que la fortaleza imaginativa de sus recursos. Creo que no se ha hecho demasiada justicia a este hombre, amodorrándolo en un escalón secundario de la literatura. Su talento y sus armas líricas merecían más, mucho más. ¿Por qué no figura entre los “grandes”? Pues lo ignoro. Para mí, desde luego, se trata de un poeta valioso, al que aplaudo tras haber leído dos de sus producciones. Quizá (es una posibilidad que deslizo) cada lector deba construirse de forma individual su propio Olimpo, con los poetas, dramaturgos, cuentistas, ensayistas o novelistas que han logrado emocionarlo durante su vida. Creo que Girondo podría estar en el mío.
Dice de los parroquianos de los cafés que “los limpiabotas les lustran los zapatos hasta que pueda leerse el anuncio de la corrida del domingo”. Es magistral: un retrato insuperable. Habla también de personas que “se anestesian de siesta”. Y cuando retrata para nosotros la angustiosa visión de unos mendigos afirma que tienen “dos ombligos en los ojos y una telaraña en los sobacos”. Además, se permite la jocosa irreverencia de anotar que las figuras de un desfile de Semana Santa tienen “todas las características del criminal nato lombrosiano”.
Qué estilista. Qué agudo e implacable observador. Qué poeta.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Imposible no lanzarse a él tras leerte a tí 😏

Besitos 💋💋💋