Me
produce pánico leer a Emil Cioran; pero, sin embargo, basta que caiga en mis
manos una obra suya que aún no he recorrido o que se anuncie la publicación de
un inédito para que me abalance sobre el tomo con voracidad masoquista. Me
produce pánico leer a Emil Cioran porque cada línea la voy leyendo con mayor
lentitud y la siento como un estilete que se me clavase impiadoso en el corazón
o en el cerebro. Me produce pánico leer a Emil Cioran porque la coraza que
suelo ponerme en la primera página (para enfrentarme a sus pensamientos con
fría calma analítica e incluso con jovial escepticismo) cae al suelo cuando
subrayo con el rotulador rojo la primera frase impactante. Me produce pánico
leer a Emil Cioran porque, aunque intento protegerme contra su pesimismo,
siempre acabo por calificarlo de lucidez y rindiéndome a sus conclusiones.
La
editorial Hermida publicó en abril del año pasado, gracias a la traducción de
Christian Santacroce, su obra Extravíos,
en la que vuelvo a experimentar todas las sensaciones antes descritas y de la
que salgo con un rumor de viento en la cabeza (no sé si viento del desierto o
viento del Himalaya). Así que anotaré diez o doce de las frases que he subrayado
y trataré de no leer ningún libro más de este rumano… hasta el siguiente.
“No damos
voz sino a los dolores que no tienen nombre; los otros –que conforman la
textura y sucesión de los instantes– los arrojamos al cubo de la evidencia”.
“Ser extranjero en cualquier país, en
cualquier orbe: elevar tu estado jurídico a calidad metafísica”. “Ningún ideal
pesa más que otro. La ingenuidad, la estupidez o la generosidad los han
vivificado a todos, por turno. Nadie ha estado en el error, como nadie ha
estado en la verdad”. “Quien ha perdido la alegría ingenua de la banalidad ya
no tiene nada que gustar en la vida”. “La vida sólo es soportable por el hecho
de que nadie coincide con el dolor de nadie”. “La tumba es la única farmacia de
la melancolía”. “Quien se consagra a un ideal
lo hace por no enfrentarse a sí mismo”. “En el fondo nadie, absolutamente
nadie, es capaz de asumir el sufrimiento de otro”. “El partisano de una secta
política vive la obsesión de la mayúscula, exactamente igual que cualquier
creyente”. “La genialidad negativa del suicidio”. “¿Será que acaso los
suicidios verdaderos son los no consumados?”.
1 comentario:
Yo no tengo buen recuerdo del autor puede ser porque era lectura obligatoria en francés, recuerdo su Diario de podredumbre y no sé si por la dificultad de leerlo o por el momento escogido, no me dejó
buen sabor de boca 🙄
Será que ahora es el momento de releerlo.
Besitos 💋💋💋
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