Ocurre en
muchas ocasiones que ignoramos casi todo (o al menos demasiado) sobre aquellas
cosas, personas o lugares que se encuentran más cerca de nosotros. Sirva el
ejemplo de nuestros periódicos e informativos televisados, que nos bombardean
de continuo con Venezuela o Bruselas, con Estados Unidos o Londres… pero omiten
casi cualquier noticia que se produzca en entornos más próximos. Pienso sobre
todo en Portugal y en Marruecos, dos países unidos en el pasado de forma
estrecha con el nuestro, y a los que ahora dispensamos un raro desdén absurdo.
Quizá por eso me gusta frecuentar los libros donde sus autores o paisajes
adquieren protagonismo.
El último
ejemplo que he visitado es el magnífico volumen Relatos de Trab el Bidán, del curioso viajero Mariano Sanz Navarro,
que nos acerca en sus páginas al mundo del Sáhara, a la Hammada de Tinduf y a
los muchos orbes que estos lugares encierran: el silencio sobrecogedor del
desierto; las ceremonias y los rituales del té; los lugareños y su forma de ver
las cosas (“El beduino no tiene, ni quiere tener, más cosas de las que puede
transportar a lomos de sus bestias, nada en su ajuar es definitivo o estable,
todo debe ser transportado con facilidad, susceptible de pérdida y por tanto
reemplazable. A nada debe tenerse un apego irrenunciable, pues todo es efímero.
No puede haber libertad si no se está dispuesto a prescindir de todo; por eso
el beduino es libre; nació sin nada, nada tiene, cúmplase la voluntad de Alá”);
los borriquillos que protagonizan historias tiernas y educativas, con innegable
sabor medieval; las rocambolescas aventuras que pueden sobrevenir a la persona
que, huérfana de conocimientos sobre el mundo de las aduanas, decide traerse un
animal disecado a su país; los estómagos que se blindan con las comidas autóctonas
(tiras correosas de carne de cabra); o los ratoncillos que recogen con presteza
las migajas que tapizan las alfombras.
Y, para
que nada sea olvidado, también la lamentable situación política en la que los
diferentes gobiernos españoles han dejado a los habitantes de la zona, que es
analizada con rigor y detalle en los apéndices del final del libro.
Mucho,
mucho para disfrutar y para aprender con esta obra, si somos capaces de
quitarnos el disfraz de urbanitas altaneros y miramos con atención las escenas
que Mariano Sanz nos retrata en el libro.
1 comentario:
Acabo de llegar de Marruecos, país que me atrapó hace treinta años y al que vuelvo siempre que puedo (Al igual que con Portugal) así que mi querido profesor, este se viene conmigo 🤗
Besitos 💋💋💋
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