martes, 26 de marzo de 2019

Vida de Beethoven




No se trata, evidentemente, de una biografía convencional, oceánica de datos, tumultuosa de citas y fuentes, fatigosa de pormenores. No son las trescientas veinte páginas que le dedicó Edmond Buchet (Beethoven. Leyenda y realidad), ni las más de cuatrocientas que le tributó George Grove (Beethoven y sus nueve sinfonías). Creo que el francés Romain Rolland (premio Nobel de Literatura en 1915) ha pretendido darnos algo bien distinto: una especie de acuarela biográfica de Ludwig van Beethoven, donde quedan bien combinadas las informaciones objetivas con las apreciaciones personales, los datos vitales con los fulgores de su obra. Y el resultado (que leo en la editorial Losada) lo traduce a nuestro idioma otro premio Nobel: Juan Ramón Jiménez.
Nos explica, por ejemplo, que el músico emitía carcajadas desagradables (“La risa de un hombre que no está habituado a la alegría”, p.22); que su padre intentó exhibirlo como niño prodigio, para obtener beneficios económicos de él (p.24); que Mozart no le prestó demasiada atención, pero que Salieri le enseñó a escribir para canto (p.27); que los amores que pretendió alcanzar en vida fueron siempre desdichados (en una carta fechada en 1810, escribe: “Si yo no supiese, por haberlo leído, que el hombre no es dueño de poner fin a su vida mientras pueda llevar a cabo buenas obras, me habría matado hace ya mucho tiempo”); que la miopía y la sordera lo martirizaron en sus años últimos; que atravesó etapas de grave penuria económica (“A menudo, tenía que quedarse en casa por falta de zapatos”, p.60); o que mostró en ocasiones unas ideas religiosas muy chirriantes para la época (“Después de todo, Cristo no era más que un judío crucificado”, p.74).
En suma, nos ofrece una multitud de detalles que, como pequeños cristales llenos de color, forman la gran vidriera de Beethoven, de quien afirma sin ambages que “es una fuerza natural; y es un espectáculo de grandeza homérica” (p.78).
Una buena ventana por la que asomarse a las alegrías y a las tristezas del genio de Bonn.

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