El joven
rey español, después de haberse acostado con una prostituta llamada Marfisa y
haber gozado del esplendor entregado de su cuerpo voluptuoso, observa cómo en
su ánimo crece un deseo inusual, que no duda en hacer público entre sus
allegados: quiere ver desnuda a su esposa. A partir de entonces, la Corte, el
pueblo y los representantes de la Iglesia se hacen eco de esta idea del
soberano, que casi todos juzgan de descabellada o pecaminosa y que lo
convertirán en el centro de las murmuraciones, chanzas y desdenes de su
entorno.
Partiendo
de esa anécdota, el narrador gallego Gonzalo Torrente Ballester nos entrega su Crónica del rey pasmado, donde el humor
y el retrato social se unen en una narración ágil, ingeniosa y liviana, en la
que escucharemos los argumentos de la curia (la escena del debate teológico
sobre la conveniencia o inmoralidad del deseo regio es antológica) y en la que
escucharemos las opiniones del Valido y del Gran Inquisidor, las palabras
perplejas o ansiosas de la reina o los balbuceos casi adolescentes del
pusilánime monarca, a quienes demasiados personajes manejan como si de un
prisionero, un débil mental o un niño se tratara.
Muy
notables resultan las escenas descriptivas sobre ambientes cortesanos, usos
gastronómicos, vestimentas y protocolos sociales, que muestran no sólo la
intensa labor del ferrolano a la hora de documentarse sino también la fina
manera en que conjuga esos materiales para construir narrativamente su
historia, dando siempre prioridad a la parte artística sobre la histórica o
ensayística.
Nos
encontramos, pues, ante una novela de gran valor como documento sociológico y
que, sin constituir una de las narraciones mayores de Gonzalo Torrente
Ballester, permite una lectura agradable, en la cual quedan reflejadas las
amarguras y frustraciones que un pensamiento religioso intolerante, absurdo y
casposo puede generar en sus adeptos.
1 comentario:
Hombre, xiquet, obra imprescindible de juventudes añoradas, o al menos bien recordadas...uuuuh, qué vieja soy 😂😂😂
Besitos 💋💋💋
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