Los
hechos históricos ocurrieron en el año 1212 y, según informa la Wikipedia, dieron
lugar a varios libros que se ocupaban del asunto (en la nómina no incluye, por
cierto, al jumillano Pedro Cobos, que dedicó páginas deliciosas a este asunto).
Al parecer, un alto número de niños, animados por la voluntad de alcanzar la
ciudad de Jerusalén y proclamar el triunfo de la fe cristiana, se encaminaron
hacia allí sin ningún tipo de organización, respaldo militar o avituallamiento.
Partían de varios puntos de Europa y se iban unificando como riachuelos que
conforman al fin un río caudaloso. Les movía un impulso ciego de gloria, de
evangelización, de testimonio que, a la postre, se iba a convertir en su
condena: miles de muertos por hambre, otros tantos ahogados en el mar y el
resto vendidos como esclavos.
Marcel
Schwob refleja aquel espíritu (mezcla de inocencia, estupidez, terquedad y
pasión) en su obra La cruzada de los
niños, que edita, traduce y prologa Luis Alberto de Cuenca para el sello
Reino de Cordelia. En sus páginas, líricas y duras, escucharemos al leproso que
se encuentra a los niños y les pide su intercesión ante Dios; al papa Inocencio
III, que interroga a ese mismo Dios sobre el sentido real de esta cruzada (no
se atreve a creer ciegamente en ella, pero tampoco osa desdeñarla); a los niños
desamparados o llenos de ilusión, que caminan con llagas en los pies y luz en
los ojos; o al papa Gregorio IX, que recrimina al mar la infamia de haberse
tragado a tantos de aquellos pequeñuelos.
Voces moduladas
por la credulidad, el asombro o la estupefacción, que quedan maravillosamente
retratadas por la pluma inigualable del escritor francés.
1 comentario:
Me gusta mucho esta editorial, nos trae títulos de calidad 😉
Besitos 💋💋💋
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