Nuevo
paseo por el mundo del verso para conocer Los
poemas del narrador, del escritor Francisco Alemán Sainz, editados en 1979
por la Diputación Provincial de Murcia. No son, sinceridad obliga, demasiado
notables. Me ha gustado el sano humor que exhibe en textos como “Conferencia
interurbana” o “El viento”; pero sobre todo he de resaltar necesariamente las
“Canciones del kiosco”, que son una machadiana delicia. Anotaré también
“Mataperros”, emotivo homenaje a esos animales abandonados en el furor de la canícula,
y la elegía que, dedicada a la memoria de Vicente Medina, da fin al libro. Lo
demás, francamente, se me figura menos digno de alabanza. Creo que el gran
prosista que era Alemán Sainz supera ampliamente al presunto poeta.
Copio,
eso sí, algunas líneas que contienen hallazgos memorables: “La muerte es un
error que cometemos”. “Lo fugitivo tampoco permanece”. “En la alta noche tosen
los retratos”. “Hay que esperar, se espera y ya no hay esperanza”. “¡Ideas de
toda la vida! / Las mías, de hace un instante / y dudo que ya me sirvan”.
“Seguro de lo que piensa, / sólo ha pensado una vez / y le dolió la cabeza”.
“Los libros no me interesan. / Mis opiniones son mías. / —¿Y no le da a usted vergüenza?”.
“El silencio es eterno / y es la voz la que cambia”.
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