Me acerco
hasta los versos de Oficio de paciencia,
de Eugénio de Andrade (que vierte al castellano José Luis Puerto para el sello
Hiperión). Al principio cuesta un poco penetrar (a mí me ha costado penetrar) en
la belleza austera de sus composiciones, precisamente por su desnudez; pero
cuando se logra superar ese estadio de desconcierto se perciben los delicados
aromas de una lírica flexible, cimbreante, alígera, que parece mecida por el
viento para susurrarnos al oído. Y escuchamos con asombro cómo el poeta
portugués declara nada más empezar el libro que “en el plato de la balanza un
verso basta para pesar en el otro mi vida”.
A partir
de entonces, nos abandonamos al hechizo de su voz y dejamos que nos diga sus
palabras más profundas (“Ningún pájaro / permite a la muerte dominar / el azul
de su canto”), que nos defina prodigiosamente la música (“primera respiración
del mundo”) o que nos transmita ese poema antológico que se titula “Los
trabajos de la mano”, donde nos explica que su mano trabajadora y escritora
envejece, porque ha tenido que desempeñar durante la existencia las actividades
más duras (fregar, sembrar), pero también las más delicadas (acariciar).
Un
poemario para la relectura, para el silencio y para la reflexión.
1 comentario:
Y la más dura...decir adiós 😯
Me parece deliciosa, no se me ocurre otra palabra.
Besitos 💋💋💋
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