Deben
existir pocas cosas más emotivas que realizar la crónica literaria de la muerte
de un ser estrechamente ligado a ti (padre, madre, hijo, hija); y, aunque los
ejemplos son innumerables, su grado de crudeza jamás deja de remover nuestro
interior.
Simone de
Beauvoir aborda esta difícil tarea en Una
muerte muy dulce, donde nos relata el último mes de vida de su madre a
quien, tras ser ingresada por un problema de huesos, se le diagnosticó (ella no
lo supo, pero sí su familia) un terrible cáncer terminal. En los instantes
iniciales, la escritora recibe la noticia con una especie de frialdad
desasosegante (“Me conmoví poco. A pesar de su invalidez, mi madre era sólida. Y, al
fin de cuentas, tenía edad de morir”). Pero cuando los médicos descubren la
auténtica raíz de su mal todo cambia. Simone se pregunta con perplejidad por
qué, sabiendo con certeza que la muerte es inminente, la siguen sometiendo a
pruebas dolorosas. De pronto, ella que no lloró cuando se produjo la muerte del
padre, se encuentra llorando junto a Jean-Paul Sartre.
Nos traslada entonces
un retrato psicológico y social de su madre, en la que descubre y analiza sus
virtudes y defectos (“Pensar en contra de sí es a menudo fecundo; pero lo de mi
madre es otra cosa: vivió en contra de sí”). Odiaría que en ella se repitiese
lo que ocurrió con un pariente cercano (“Cuando yo tenía quince años, mi tío
Maurice murió de un cáncer de estómago. Me contaron que durante varios días
había aullado: Terminen conmigo. Denme mi
revólver. Tengan piedad de mí. ¿Mantendría el doctor P. su promesa de que
ella no sufriría?”).
El modo en que la
madre se aferra a la vida impresiona no solamente a Simone de Beauvoir sino a
cualquiera que lea sobre sus últimas horas: “No te duermas; no me dejes ir. Si me duermo despiértame: no dejes que
me vaya estando dormida. En un momento, me contó mi hermana, mamá cerró
los ojos extenuada. Arañó con las manos las sábanas y articuló: ¡Vivir!, ¡vivir!”.
Una obra terriblemente
dura, pero que nos ofrece el retrato fidedigno de una relación turbulenta entre
una madre y una hija muy diferentes entre sí, que sólo en el trance de la
separación llegaron a aproximarse.
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