Qué
gusto da cuando me encuentro con un escritor que sabe lo que quiere hacer y que
lo hace con eficacia. Es el caso de mi amigo Jerónimo Tristante. Dentro de los
múltiples tipos de escritores que conozco (casi todos ellos respetables), él
pertenece al grupo de quienes desean escribir para el gran público, para
distraer y para contar historias seductoras. Habrá críticos que opinen que esta
postura no es puramente literaria, o que es mercantilista, o que es chabacana.
A mí, desde luego, no me lo parece. No me lo parece de ningún modo. Lope de
Vega, Balzac, Blasco Ibáñez o Dumas escribieron para ser leídos, anhelaron
vender la mayor cantidad posible de ejemplares y soñaron con hacerse ricos a
través de la literatura. Ni lo ocultaban ni se disfrazaban. Era su forma de
entender el oficio de escribir. ¿Por qué ha de resultar más bochornosa esa
actitud que la de Góngora, que redactó muchas de sus páginas con cara de
vinagre y afirmando que le había causado honra hacerse oscuro a los ignorantes?
Impermeable
a las críticas acerbas, Jerónimo Tristante acaba de publicar una nueva obra de
la serie de Víctor Ros, titulada Víctor
Ros y el gran robo del oro español. Se la ha editado el sello Plaza &
Janés y ha irrumpido con fuerza y éxito en las librerías de toda España, después
de que el personaje adquiriera hace unos meses la alta celebridad de verse en
las pantallas televisivas.
En esta
entrega, Víctor viajará a Londres, con una tarea que le encomienda en secreto
el gobierno español: recuperar una elevadísima cantidad de oro que ha robado de
las arcas estatales un misterioso personaje al que nuestro detective se empeña
en identificar con su enemigo Alberto Aldanza. Si no consigue retornar con el
oro la economía hispana entrará en bancarrota; y, además, el tiempo apremia, porque
los grandes analistas europeos están comenzando a pensar que algo ocurre en
España y en sus reservas de oro.
De todo
encontrará el amante de las aventuras en estas trepidantes páginas: chantajes con
fotos pornográficas, emboscadas en los momentos más inesperados, detectives
escondidos en sitios inverosímiles, disfraces, identidades ocultas, aparición
del gran Sherlock Holmes (que admira a Ros porque conoce sus primeros
trabajos), fumaderos de opio, dardos envenenados, sorpresas en casi cada
capítulo... Y,
flotando como una amenaza constante alrededor de Víctor Ros, dos sombras de su
pasado que se niegan a diluirse y que constituyen un peligro constante para él,
incluso durante sus días londinenses: el maquiavélico Alberto Aldanza y la
implacable Bárbara Miranda. A ambos los conoce el seguidor de las novelas de
Víctor Ros y con ambos volverá a encontrarse de una forma obsesiva,
inquietante, letal. ¿Conseguirá el astuto detective desembarazarse de ellos y
poner fin a sus carreras delictivas? Descúbranlo en las páginas de esta
fascinante novela y quedarán prendados de la escritura de Jerónimo Tristante.
Si así ocurre, bienvenidos al club.
1 comentario:
Otra saga pendiente.
Publicar un comentario