jueves, 15 de octubre de 2015

Teniente Bravo



Juan Marsé. Para qué decir más. Uno de los narradores más sostenidamente brillantes del siglo XX español, con sus cuentos y novelas, con sus estampas inigualables de postguerra, con sus viudas lánguidas, con sus niños arrabaleros que se buscan la vida como pueden, con sus amantes bilingües, con sus chicas que llevan bragas de oro, con sus murcianos en Barcelona, con su prosa de luz y puñetazos… En este volumen se recogen tres narraciones suyas de espléndido formato.
En la primera, “Historia de detectives”, nos encontramos con un grupo de chicos que viven en la Barcelona de postguerra y que, liderados por Juanito Marés (el juego nominal es tan conocido que no hará falta insistir en él) e instalados en un viejo coche Lincoln abandonado, se dedican a espiar a diversas personas para intentar averiguar cosas sobre ellas. Una de esos personajes seguidos es una mujer muy atractiva, que presenta un aspecto lloroso y que se entrevista en un café con un hombre desconocido. Cuando aparezca un hombre ahorcado al poco tiempo, terminarán de atar los cabos de la historia.
En la segunda narración, “El fantasma del cine Roxy” (que luego sirvió a Joan Manuel Serrat para componer una de sus canciones más conocidas), veremos el estupor que asalta a la empleada bancaria Carmela cuando comience a descubrir en todas las dependencias de su oficina (pasillos, ventanillas, sótano) a una serie de fantasmas de personajes cinematográficos, precisamente porque en ese lugar se encontraba antaño el cine Roxy.
Y en la tercera, “Teniente Bravo”, no tendremos más remedio que asombrarnos y finalmente reírnos con la terquedad orgullosa e infantil de un teniente que, empeñado en demostrar a sus reclutas cómo se salta el potro, no hace otra cosa que acumular descalabros, costaladas, moratones y heridas, sin que la actitud disuasoria del sargento Lecha sirva para moderar su estupidez.

Un libro para quedar deslumbrado con el poderío verbal de Juan Marsé, con las “aventis” de sus pobres niños protagonistas y con la tristeza gris de una sociedad malbaratada por el franquismo, que empapó y pudrió varias décadas de la vida española. Memorable.

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