Todos
escondemos secretos que, por vergüenza, decepción u otras emociones marmóreas,
mantenemos a salvo de las miradas ajenas. Y Shoko, traductora de italiano en
Japón, también lo hace. Su inestabilidad psíquica podría constituir su gran
secreto, pero no lo es. Su desmedida dependencia del alcohol igualmente podría
serlo, pero tampoco lo es. Su auténtico secreto es que Mutsuki, el médico
encantador con el que acaba de contraer matrimonio y con el que comparte una
relación de apariencia idílica, es en realidad homosexual; y ella conoce,
tolera y aun fomenta su vínculo erótico y sexual con Kon. El equilibrio (tan
sutil como complejo) sufre los embates de sus suegros y de sus padres, que
parecen haberse aliado en el afán de pedirles un nieto. No será preciso
detallar la marejada de dolor que golpea a diario a la joven Shoko. Y ese dolor
y esa perplejidad crecerán cuando conozca personalmente a Kon y cuando su
esposo, usando a una amiga común como intermediaria, intente que su mujer
mantenga citas con su antiguo novio, puesto que él “no estaba a la altura de un
marido para satisfacer las necesidades de una esposa” (p.129).
Asistimos
en Luz brillante, de la japonesa Kaori Ekuni (que leo en la traducción
de Juan Francisco González Sánchez para el sello Funambulista), a un elegante y
hondo despliegue de análisis psicológicos, perfectamente engastados en una
bella narración, donde escuchamos diversas voces (diversas perspectivas), que
nos van ayudando a penetrar en los matices anímicos de los protagonistas: sus
miedos, sus esperanzas, sus lágrimas, sus ilusiones, sus zozobras, sus culpas.
Con tres figuras poderosas (la esposa depresiva, el esposo gay, el amante
jovial), Ekuni es capaz de vertebrar una acción de gran fuerza lírica y de
tremendo vigor narrativo, que se resuelve en un final apoteósico, del que no
les desvelaré ni el menor de los detalles.
Busquen el libro, prepárense un té y, rodeados del mayor silencio que les sea posible conseguir, lean la obra. Es oro puro.
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