jueves, 8 de agosto de 2024

La catedral

 


La religión (y en parte la filosofía) han dedicado buena parte de sus esfuerzos a introducir en nuestras mentes la dicotomía Bien/Mal, la zona de luz y la zona de sombra, el ámbito alegre y el ámbito siniestro. Y el desarrollo de los siglos ha ido nutriendo esa polaridad con millones de matices, que han convertido esos dos espacios en un incansable conflicto bélico: el Bien y el Mal luchan entre sí, bien en el territorio anímico, bien en la realidad social o espiritual. Por muy leve número de ejemplos que quisiéramos aportar sofocaríamos esta reseña.

El novelista César Mallorquí, que nos ha facilitado obras prodigiosas basándose en la narración de esa pugna, lo hace también en La catedral, una excelente pieza que obtuvo el premio Gran Angular en el año 1999 y que nos sitúa en plena Edad Media, en el mundo de los maestros canteros, de las desigualdades sociales, de los miedos atávicos y de las órdenes militares. Su protagonista es Telmo Yáñez, un adolescente de catorce años que ha conseguido alcanzar un notable dominio en las técnicas escultóricas y que, pese a su timidez e inseguridad, es convocado hasta Kerloc´h, en plena Bretaña, donde está construyendo una enigmática catedral, alejada de todas las rutas de peregrinos y subvencionada por la también enigmática Orden del Águila de San Juan, que acudió a Tierra Santa para pelear por la fe y volvió convertida en una institución riquísima. Los problemas surgen cuando empiezan a acumularse las anomalías durante las obras: trazado poco convencional de su planta, ornamentación extraña, personajes que aparecen muertos o que directamente desaparecen… ¿Qué está ocurriendo, en realidad? ¿Cuál es la cenagosa explicación de estos inquietantes detalles?

Un antiguo altar de sacrificios celta, un judío que se convierte en espía del Papa, una cripta oculta, un loco que parece poseer la clave del enigma y una inscripción impresa con sangre en una pared se suman al ambiente general de misterio, en el que casi nada es lo que parece y que se termina resolviendo de forma prodigiosa. O sea, puro César Mallorquí, el Gran Maestre de la novela juvenil española.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

En mis años de profesor de instituto más de una vez leímos con los chicos alguna de las novelas de César Mallorquí. Mis compañeros preferían las de ambientación medieval como esta que comentas. A mí, si te digo la verdad, casi todas las que hablan de catedrales, su construcción y tal me recuerdan a "Los pilares de la tierra", novela que pese a su gran éxito a mí no me atrajo demasiado.
Un abrazo