martes, 30 de julio de 2024

Himmelweg

 


Lo dice Gottfried, casi al terminar la pieza, mientras se dirige a sus compañeros de infortunio: “Sé que podéis hacerlo. Tampoco será la primera vez. En el trabajo, en la familia, ¿quién no ha tenido que fingir alguna vez?”. El problema es que el fingimiento que se les pide es tan singular como inexplicable: deben actuar como si estuvieran en un lugar idílico, con un vendedor de globos, una niña que juega con su muñequito, una pareja de novios que planifica el futuro… pero lo inquietante es que se encuentran dentro de un campo de concentración nazi, y que toda esta parafernalia ha sido planificada desde Berlín (y coordinada por el comandante del lugar). El objetivo es admitir visitas de instituciones que donan ropa o medicamentos, pero que desean comprobar si las atrocidades que circulan como rumor sobre los campos son ciertas. Los “actores” están asustados, porque de madrugada escuchan trenes, pero las indicaciones que se les facilitan por parte del comandante son inflexibles: “Concentraos en las palabras y en los gestos y no oiréis los trenes”. Mientras actúen, todos estarán a salvo. Quienes se nieguen o se salgan del papel resultarán “prescindibles”. Y los trenes dejarán de ser un simple sonido de pesadilla para convertirse en preámbulo de muerte.

Ese entramado de emociones sofocantes y de órdenes crudas es el que sirve como soporte para que Juan Mayorga elabore su pieza teatral Himmelweg, que ahora publica el sello Cátedra en edición de Emilio Peral Vega. Y el resultado no puede ser más perturbador. Los prisioneros, teniendo que llevar una máscara de dicha y de normalidad sobre sus rostros devastados por el pánico, se convierten en una atroz metáfora del mundo incivil del nazismo y, por extensión, de nuestro propio mundo. Porque el cuadro que nos dibuja Mayorga admite múltiples lecturas, y una de las más inquietantes es el modo en que nos implica a todos: ¿somos algo más que actores que, desde el nacimiento, nos colocamos sucesivas máscaras para transitar por las veredas del mundo y ofrecer una imagen determinada a los demás? ¿Qué miedos, qué tristezas, qué verdades se esconden detrás de esas máscaras y (quizá) nunca son revelados?

Una nueva muestra del talento dramático del madrileño, a quien se define en el prólogo de la obra como “el dramaturgo español más relevante de los últimos veinte años”.

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