viernes, 16 de febrero de 2024

Bajo el iceberg

 


Un hombre de carácter más bien apocado (Gabriel) y una antigua enfermera de temperamento mucho más decidido (María) están protagonizando, en su viejo coche familiar, una huida de lo más angustiosa, después de haber raptado en un restaurante a un niño llamado Pedro. Podría tratarse del argumento de una road movie o de un thriller de sobremesa, porque los ingredientes no difieren de los que convencionalmente barajan los directores del género para construir sus productos. Pero lo impresionante de Bajo el iceberg es la forma en la que Manuel Nicolás Andreu adereza literaria y psicológicamente esos materiales para que la persona que está leyendo se vaya desazonando de manera lenta e imparable, hasta que llega a las últimas páginas con el estómago atorándole la garganta y con el corazón latiendo a velocidad de vértigo. No exagero un ápice. No recurro a un truco efectista para que ustedes se abalancen sobre el libro. De verdad que no. Con paciencia narrativa y con recursos sabiamente dosificados, el autor nos va introduciendo en el laberinto mental de María, donde anidan ciénagas profundas y misterios que nos van siendo revelados con calculada pericia. Gabriel, su pareja, no sabe por qué ha decidido raptar al niño; ni sabe tampoco qué se esconde en los abultados archivadores que la mujer transporta en el maletero. Le da miedo elaborar conjeturas, porque sospecha que rondaría el terreno de la insania. Le da miedo también preguntarle directamente a María, porque teme su furia e incluso su abandono (qué sería de él sin ella). En ocasiones, ella le deja escuchar algunas aristas de la verdad, pero nunca le permite contemplar el poliedro completo… Hasta que Gabriel, aprovechando un acceso febril que la deja atontada y más bien adormilada, se decide de una vez por todas a ojear los misteriosos papeles. Y le paraliza lo que descubre. Igual que paraliza a la persona que está leyendo, que siente la piel erizada cuando calibra las consecuencias de lo que en esos archivos se esconde.

La primera novela de Manuel Nicolás Andreu no puede ser más asombrosa ni más llamativa, así que no les digo más: acudan cuanto antes hasta este volumen, publicado por Malbec y con una imagen muy sugerente de Dasier Navarro en la cubierta… Y ya me contarán.

1 comentario:

Gisela de Manzanita Lectora dijo...

¡Hola! No conocía el libro ni al autor pero que interesante lo que cuentas. Me lo llevo apuntado. Gracias por la recomendación. Saludos.