Asomarse
a este poemario de José María Cumbreño (que se titula Los mapas
transparentes y que fue publicado por Pre-Textos tras obtener el III premio
de poesía Antonio Ródenas García-Nieto) es como tumbarse en el césped, de
noche, y mirar el firmamento. Observas que está lleno de estrellas, las cuales brillan
con distintas intensidades. No sabes en cuál concentrar tu mirada. Todas están
ahí. Todas emiten una luz que brotó hace cientos de años, miles de años,
millones de años; y que está llegando ahora, en el instante justo del ahora
de tus ojos. La luz nació cuando ni tú, ni tus padres, ni tus abuelos, ni tus
bisabuelos, ni la especie humana siquiera, existían; y ahora todos los rayos convergen,
todos están entrando en tus retinas a la vez. Cómo afrontar ese misterio. Cómo
consignarlo con palabras.
Cumbreño
también emite, en estas páginas magníficas, un elevado número de asombros,
versos, preguntas retóricas y todo tipo de ráfagas luminosas, donde hay
tristeza (“Nunca más podré llamar a mi padre / por teléfono. / De hecho, ya le
han dado su número / a otra persona”), aforismos de raigambre filosófica (“La
vida siempre es un país extranjero”), reflexiones derrotadas (“Creo que me
arrepiento / de casi todo”), inteligentes tratados de literatura (“Un libro de
poesía / es un barco que se acerca / demasiado a la costa”), interrogantes
platónicos (“¿A qué velocidad se mueven las sombras de los aviones?”) u
opciones que definen el temperamento (“Los que, delante de una puerta, /
piensan en huir. / Los que, delante de una puerta, / piensan en quedarse”). Al
final, tras resplandores y negruras, tras paradojas y fogonazos, el poeta llega
en la página 68 a la revelación melancólica, que le sirve para rotular la obra:
“A estas alturas, mi vida / se ha vuelto un mapa transparente / en el que no
soy capaz de reconocer / ningún lugar / y donde nada está / donde debería
estar”.
Si pasean sus ojos por los escaparates de las librerías buscando un volumen que les entregue belleza y sabiduría, les sugiero que se acerquen hasta estas páginas. Me extrañaría que les defraudaran.
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