Me
aproximo a mi primera novela de Hermann Broch, que se titula El valor
desconocido y que traduce Isabel García Adánez para Sexto Piso. Es un libro
bello y frío, cerebral y redondo, silencioso y lleno de estruendos. Me resulta
difícil adherirle una etiqueta que pueda resumir lo que sobre él me gustaría
indicar. Es como acariciar una esfera de acero.
De
un lado, tenemos a los tres hermanos principales que protagonizan la acción:
Richard (profesor de matemáticas, especializado en la teoría de grupos, que
espera su hueco en el escalafón universitario, mientras sueña con realizar
algún descubrimiento que haga avanzar la ciencia y sirva para explicar el
mundo), Otto (pintor frustrado que se siente desplazado, en una sociedad en la
que no termina de encontrar su sitio) y Susanne (fervorosa creyente, que tiene
como objetivo más elevado el de ingresar en un convento). Del otro lado,
tenemos a los personajes que rodean a esta tríada y que actúan como electrones
que giran a su alrededor: la madre, viuda, que sigue buscando de forma
inconsciente un amor que la haga sentir viva; el compañero docente que, llevado
por el cinismo, ve en la ciencia un simple modo de trabajar; una becaria que se
ilusiona con la proximidad erótica a Richard… Pero creo que lo más importante
del volumen es el esfuerzo intelectual que Hermann Broch pone a la hora de
codificar con un lenguaje necesariamente limitado el cosmos, poliédrico y
confuso, de sus protagonistas. Y lo hace con una prosa que no es mediterránea,
sino cerebral. Sin duda, me estoy explicando de un modo defectuoso; pero es que
no me siento capacitado para decirlo de otra manera. Las reflexiones íntimas de
los personajes, sus emociones, su modo de encarar la realidad o el amor, son
frías, muy frías. No quiero decir desagradables o absurdas. En absoluto. Digo
frías. Parece (y espero que se note mi admiración narrativa) como si por sus
venas circulase mercurio, en lugar de sangre. De ahí que haya que estar tan
atento para entender lo que se nos está queriendo decir sobre la fe, el
desconcierto existencial, las ilusiones, el amor entendido como sorpresa y
sobresalto o las ilusiones perdidas.
Un libro para leer con lentitud. Y para pensar.
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