Se
llama Santiago Delgado Martínez y nació en 1949. Algo más de setenta años de
vida le han bastado para ser un lector voraz; licenciarse y luego doctorarse en
Filología Románica; impartir clases de lengua y de literatura en varios
institutos y en la universidad; ser nombrado secretario general de la Real
Academia Alfonso X el Sabio; dictar un alto número de conferencias; ser crítico
literario en infinitos periódicos y revistas; presentar libros; ejercer una
labor impagable como cronista y agitador cultural de Murcia; confeccionar
prólogos para libros ajenos; organizar charlas, ciclos y congresos sobre los
mil aspectos de la literatura; participar como presidente o como jurado en
diversos certámenes; ser un eficaz antólogo... Podría seguir, pero juzgo que la
lista de actividades es ya lo suficientemente amplia como para exonerarme de su
continuación.
Pero
queda por consignar lo más importante de todo: Santiago Delgado ha escrito
libros. Valiosos libros. Y con ellos ha enriquecido la historia de la
literatura murciana hasta unos límites por ahora complicados de calcular,
puesto que nos falta perspectiva histórica. Hablamos de novelas cortas, de
novelas extensas, de poemarios, de colecciones de artículos, de ensayos, de
monografías sobre escritores locales... Su alma de humanista no conoce el
sosiego ni el desinterés. Cualquier tema le sirve como acicate, como espoleta,
como imán. Los mil ojos de Argos que habitan su corazón le hacen estar en
perpetua asechanza. Nada parece escapar a su voracidad creadora. Santiago
Delgado es un profesional de la mirada y de la escritura, un auténtico felino
de la contemplación, una alfaguara incansable de versos, sintagmas, opiniones,
juicios y párrafos. Las historias le salen al paso y él se niega a dejarlas
marchar. Las apunta todas. Sabe que el escritor es eso: alguien que anota,
tamiza y convierte en palabras todo lo que lo rodea. Así que Santiago, que
desconoce la muelle comodidad de la rendición, escribe de forma constante: le
da lo mismo que sea en su casa o en la orilla de la playa; en su despacho o en
la mesa de un periódico; y, si el ánimo acompaña, coge su ordenador portátil y
se va hasta un café para teclear en una de sus mesas. Plinio el Viejo anotó en
una de sus obras aquello tan célebre de Nulla
dies sine linea; y ésa parece ser la consigna también del escritor
murciano. Ni un solo día sin escribir, sin verterse sobre los folios, sin
transformar emociones y pensamiento en sangre negra. Santiago es el Unamuno
murciano, un animal de letras. Santiago escribe para después.
Su
última producción se titula Vae Victis y en ella se nos cuentan famosas
batallas de la antigüedad (los Alporchones); decapitaciones de poetas que han
acudido a orar a un lugar sagrado (Yehudah Ben Samuel Halevi); el destino
lamentable que aguardó al general Toral, héroe de Filipinas; la semblanza,
tintada de humorismo, de algún personaje de la Antigüedad (“El hoplita de los
huevecillos al sol”); lecciones interesantísimas sobre los Tercios de Flandes; el
origen histórico (triste y sanguinario) de la célebre canción La bamba;
o la decapitación (el libro se abre con una y se cierra con otra) de un
arqueólogo a manos de unos fanáticos de religión musulmana.
Hermoso de principio a fin, enriquecedor de principio a fin, en prosa y en verso, Vae Victis nos sigue mostrando el buen hacer literario de Santiago Delgado, que ensancha con cada libro la belleza de las letras murcianas.
2 comentarios:
¡Ohhh!
Qué generoso, qué gran amigo.
Estoy feliz con tu semblanza.
En tu semblanza de Santiago Delgado Martínez encuentro, salvo en las cualidades de escritor y publicaciones, cierto parecido conmigo mismo. Me refiero sólo, naturalmente a los estudios realizados y a la profesión de profesor de lengua en varios institutos. En lo demás me asalta la sana envidia por la trayectoria de este murciano de quien nada he leído, pero a quien si tengo ocasión echaré una atenta mirada.
Gracias por dar a conocer este librito que contiene por lo que te leo una serie de anécdotas con las que cualquier lector disfrutará. Me lo apunto: "Vae victis"
Un abrazo
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