Después
de varios años sin publicar ningún volumen de creación, Santiago volvió a las
librerías en 1995 con una novela espléndida a la que puso el título de El rey mago perdido y que llevaba en su
portada una hermosa litografía de David Roberts, fechada en 1822, y que
representaba a la legendaria ciudad de Petra. La había comenzado a escribir en
diciembre de 1989, la remozó en enero de 1992 y la consideró terminada en
octubre de 1995. Tantos años de composición, revisión y detalles revelan que el
autor le dedicó a este libro un extraordinario interés, y que su argumento lo
estuvo acechando durante más de un lustro. Al final, tras un largo período de
documentación y de escritura, la obra quedó lista para los lectores. De hecho,
si tuviera que elegir una fórmula para definirla, yo diría que estamos ante la novela más novela de Santiago
Delgado; la más cuajada, creativa y redonda de cuantas compuso en el siglo XX; la
que con más acierto combina imaginación, diálogos, finura psicológica,
personajes seductores, trama poderosa y final mágico. Lo tiene todo esta
novela. Es una obra donde el autor juega con los elementos de una trama
cultural conocida (la tradición cristiana sobre los primeros días de Jesús de
Nazaret), pero donde se permite la licencia de vulnerar en varias ocasiones la
ortodoxia de esa tradición, introduciendo grietas en la misma: un rey mago que
se perdió, viajes astrales que justifican las voces que escuchan los otros tres
reyes, una infancia egipcia de Jesús, la existencia real del abominable hombre
de las nieves, etc. Santiago Delgado juega y novela, desde el respeto… pero
también desde la fantasía. Y el resultado es una pieza memorable, en la que los
lectores somos seducidos y llevados de la mano por las montañas y los valles de
China, La India, Sudán, Arabia, Persia, Egipto y otras zonas; territorios
auténticos pero mágicos; zonas donde volvemos a ser niños que escuchan
historias.
Sostiene
un relato escrito a finales del siglo XIX por el norteamericano Henry Van Dyke
que existió un cuarto rey mago (llamado Arbatán), que se perdió antes de
conseguir su propósito de ver a Jesús recién nacido. Santiago Delgado fabula de
forma magistral sobre la posible existencia de ese cuarto astrónomo, que
intentó –y no pudo– conocer al renovador del mundo. Para ello, une imaginación,
referencias históricas y geográficas, leyendas tibetanas, textos sagrados,
doctrinas filosóficas, ciudades míticas, páginas de la Biblia… y lo pone todo
al servicio de una trama novelesca de notable solidez, donde la crudeza, el
humor y la ternura se van entrelazando con calculada pericia.
Sin duda, uno de los libros mayores del novelista murciano.
1 comentario:
Lleva de todo, como en botica.
Será cuestión de acercarse a él a ver que ofrece 😉💋
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