martes, 23 de noviembre de 2021

Perito en lunas

 


Vuelvo a las páginas de Perito en lunas, el poemario inicial de Miguel Hernández que publicó la editorial Sudeste, de Murcia, en 1933. Y experimento casi las mismas sensaciones que me invadieron cuando lo leí justo al entrar a las aulas universitarias: indiferencia. Amo la poesía de este oriolano desde que leí algunas páginas de versos suyos durante mi juventud; y mi admiración no ha sufrido ninguna merma desde entonces. Pero esta etapa inicial, gongorina y pedante, me resbala mucho. Decía Jorge Luis Borges que el escritor joven tiende generalmente a alambicar su expresión porque no está muy convencido del valor de lo que está escribiendo, y que eso lo lleva al barroco, que es un estilo “desdichado” (el adjetivo es suyo). Al joven Miguel creo que le pasó algo de ese tenor. Para situarse por primera vez ante los ojos de los demás quiso barnizarse de músculos y “posar” con los abdominales, los bíceps y el pecho en tensión. Deseaba impresionar. Y eligió el más soporífero e intragable de los métodos: un barroquismo casi (y sin casi en muchos poemas) impenetrable. Se le nota forzado, rígido, petulante, con la voz engolada, estirando el cuello y mirando casi con desdén. Y esa impresión omnipresente me impide disfrutar con estas composiciones.

Es verdad que, aquí y allá, emerge el poeta que Miguel se equivocó camuflando con la hojarasca gongorina: cuando define una palmera llamándola columna con “desenlace de surtidor” (V); cuando explica que un afeitado es un “esquileo en campo de jabón” (XIV); cuando nos muestra la imagen de un panadero que amasa esforzadamente y nos dice que “aunque púgil combato, domo trigo” (XXII); cuando pone ante nuestros ojos unas veletas y las define como “danzarinas en vértices cristianos injertadas” (XXIV); o, en fin, cuando alude al empleado de una funeraria y lo dibuja como el “final modisto de cristal y pino” (XXXVI).

Para mí, que soy lector al que no le gusta que le conviertan el texto en acertijo o en laberinto nebuloso, Perito en lunas es un texto poco amable. Aunque lo diera a luz mi admiradísimo Miguel.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Creo que justamente por eso, por haberle dado a luz un genio al que se admira y respeta, su falta de amabilidad resulta hasta bella.

Besos 💋💋💋