Vuelvo a
las páginas de Perito en lunas, el poemario inicial de Miguel Hernández
que publicó la editorial Sudeste, de Murcia, en 1933. Y experimento casi las
mismas sensaciones que me invadieron cuando lo leí justo al entrar a las aulas universitarias:
indiferencia. Amo la poesía de este oriolano desde que leí algunas páginas de
versos suyos durante mi juventud; y mi admiración no ha sufrido ninguna merma
desde entonces. Pero esta etapa inicial, gongorina y pedante, me resbala mucho.
Decía Jorge Luis Borges que el escritor joven tiende generalmente a alambicar
su expresión porque no está muy convencido del valor de lo que está
escribiendo, y que eso lo lleva al barroco, que es un estilo “desdichado” (el
adjetivo es suyo). Al joven Miguel creo que le pasó algo de ese tenor. Para
situarse por primera vez ante los ojos de los demás quiso barnizarse de
músculos y “posar” con los abdominales, los bíceps y el pecho en tensión.
Deseaba impresionar. Y eligió el más soporífero e intragable de los métodos: un
barroquismo casi (y sin casi en muchos poemas) impenetrable. Se le nota
forzado, rígido, petulante, con la voz engolada, estirando el cuello y mirando
casi con desdén. Y esa impresión omnipresente me impide disfrutar con estas
composiciones.
Es verdad
que, aquí y allá, emerge el poeta que Miguel se equivocó camuflando con la
hojarasca gongorina: cuando define una palmera llamándola columna con
“desenlace de surtidor” (V); cuando explica que un afeitado es un “esquileo en
campo de jabón” (XIV); cuando nos muestra la imagen de un panadero que amasa
esforzadamente y nos dice que “aunque púgil combato, domo trigo” (XXII); cuando
pone ante nuestros ojos unas veletas y las define como “danzarinas en vértices
cristianos injertadas” (XXIV); o, en fin, cuando alude al empleado de una
funeraria y lo dibuja como el “final modisto de cristal y pino” (XXXVI).
Para mí, que soy lector al que no le gusta que le conviertan el texto en acertijo o en laberinto nebuloso, Perito en lunas es un texto poco amable. Aunque lo diera a luz mi admiradísimo Miguel.
1 comentario:
Creo que justamente por eso, por haberle dado a luz un genio al que se admira y respeta, su falta de amabilidad resulta hasta bella.
Besos 💋💋💋
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