Los autores del texto, Ana Morilla y Miguel Á.
Cáliz, lo explican cautelarmente en la página 8 del volumen: “No es este un
trabajo para eruditos, ni un ensayo de literatura comparada, sino un libro de
divulgación para curiosos y lectores interesados en el tema”. ¿Y cuál es el
tema? Pues la respuesta es tan sencilla como amplia: los libros donde el
libertinaje sexual hizo acto de presencia durante el siglo XVIII. Así, se
realizan aproximaciones a volúmenes tan conocidos como Fanny Hill (de John Cleland), Las
amistades peligrosas (de Pierre Choderlos de Laclos), Justine o los infortunios de la virtud (del polémico marqués de
Sade) o Historia de mi vida (de Giacomo
Casanova), sin olvidar muchos otros que, huérfanos hoy de celebridad, contienen
primores y libertades que consolidaron este tipo de literatura y le dieron
vigor. Entre ellos, los españoles Fernández de Moratín, Félix María de
Samaniego o el tinerfeño Tomás de Iriarte.
Nos explican los autores que el aroma de la
libertad sexual se expandió en el mundo grecolatino pero que luego el rancio y
pudibundo pensamiento cristiano “trajo consigo una demonización de la carne,
una represión de las tendencias naturales y una ocultación de lo sexual”
(p.18). Y esa intervención castradora, ese ambiente favorable a la abstinencia
o la hipocresía, se extendió durante varias centurias, hasta que durante el
XVIII, hartos de ese panorama, surgieron y proliferaron los libertinos, unos
escritores que, liberados del yugo represivo del pensamiento conservador, se
lanzaron a escribir sobre el sexo con un nuevo enfoque, mucho más libre y
placentero. Y su esfuerzo resultó clave para que trazaran un punto de inflexión
en la mentalidad de su tiempo. En ese sentido, no supone ningún dislate afirmar
que el movimiento libertino “supuso una revolución casi tan importante como la
revolución política que se fraguó en los Estados Unidos o Francia” (p.30) y que
“nuestra época debe mucho a estos esforzados iconoclastas que lucharon contra
los poderes de su tiempo” (p.32).
Este volumen deliciosamente escrito y profundamente
documentado nos permite conocer también algunas de las ilustraciones que se
crearon para completar las propuestas literarias. Con inteligente criterio
editorial, el tomo presenta todas sus páginas impares dedicadas a la parte
gráfica de la literatura libertina, y de este modo podemos tener acceso a las
maravillosas propuestas de Paul Avril, Borel y Elluin, Fragonard o Barbier.
Ellas constituyeron buena parte del atractivo de aquellos libros irreverentes,
lúdicos y gozosos, y no podían quedar fuera de este trabajo de investigación.
En suma, un estudio delicioso de leer que nos
devuelve la memoria de unos adelantados que, rompiendo los moldes grises de su
tiempo, abrieron el camino a la modernidad. Ana Morilla, Miguel Ángel Cáliz y
la editorial Traspiés nos permiten conocerlos mucho mejor.
2 comentarios:
Apuntado
Interesante sin duda. Lo anoto.
Un beso.
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