La historia de los tratos diabólicos es,
en el mundo de la literatura, tan larga como llamativa: desde el Libro del Buen Amor, del arcipreste de
Hita, hasta el inmortal Fausto, de
Goethe. Mil versiones en poesía, cuento, teatro, ópera y novela, que nos hablan
de la pervivencia de un mito muy arraigado en el espíritu humano. La escritora
Julia R. Robles se suma ahora a esta fecunda línea con su narración Mentula, donde sexo, humor y elementos
diabólicos se unen a una serie de reflexiones interesantísimas sobre la
condición femenina y sus problemas en un mundo dominado por el pensamiento
patriarcal.
Comencemos por aclarar el sentido del
título, en palabras de la propia autora: “Mentula era la forma más obscena de
referirse al pene en latín, lo que vendría a ser la traducción literal de polla
o cipote” (p.111). Establecida esa idea nos encontramos con Martina Bo,
protagonista de la novela, una mujer divorciada y con un hijo, que está
atravesando problemas económicos y que no termina de encontrar en su entorno
los elementos suficientes de apoyo: su madre es más crítica que sostenedora;
sus amigas Luisi y Cata mantienen con ella una relación muy poco estrecha...
Sumergida en la desesperación, formula en voz baja un deseo que le pasa por la
cabeza de vez en cuando: ojalá fuera un hombre. Y el día de su trigésimo tercer
cumpleaños, al despertar, descubrirá con sorpresa y con horror que le está
saliendo un bultito en los genitales. Un bultito que, con el paso de las horas
y los días, se irá convirtiendo en un pene. En medio del desconcierto (o, para
decirlo con un verso de Blas de Otero, “en medio del miedo”), Martina recibe la
visita de un estrambótico diablo llamado Dantalian que es capaz de presentarse
bajo aspectos físicos muy diferentes y le explicará lo que está sucediendo y
por qué está sucediendo.
Pero no les adelanto más de la trama
argumental, porque prefiero que sean ustedes quienes la recorran. Sí les diré
que durante las páginas que quedan a partir de ahí se suceden situaciones de
sexo (algunas de ellas realmente volcánicas), instantes de humor, arrebatos de
rabia y, sobre todo, el curioso experimento de observar cómo se comporta esta
mujer en la piel de un hombre y cómo su vida sufre una alteración radical con
el cambio de genitales. Nos encontramos, pues, ante una novela poliédrica, que
resulta complicado adscribir a un género concreto, pero donde sobre todo brilla
una prosa muy dúctil, muy ingeniosa.
Julia R. Robles, que se había movido en
volúmenes anteriores con gran solvencia por el territorio del relato breve
(resulta difícil olvidarse de maravillas como “Concaritos” o “La pistola de
Laura”, contenidos en Extrañas mujeres de
azul, publicado en el año 2011), demuestra en este trabajo que se mueve con
la misma eficacia en la narración larga. Háganse el favor de comprobarlo,
porque les aseguro que esta novela les garantiza una buena cantidad de
excitación, un aluvión de sonrisas sabiamente calculadas y colocadas y
abundantes reflexiones sobre los detalles que muestran los roles masculinos y
femeninos en el mundo actual, sobre los que pasamos de puntillas, sin fijarnos
demasiado.
Julia R. Robles es una voz segura del
panorama literario actual. Harían bien en acercarse a sus libros.
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