El año 2008 fue, para la reciente ganadora del
premio Nadal 2017, un período pletórico desde el punto de vista editorial: la
novela Dos lunas (Montena), dos
volúmenes de la serie Arcanus (Destino), El
álbum de Jumbo (Algar)... También fue el año de Hacia la luz, una novela bien concebida, bien ensamblada y donde
nos ponía en contacto con un tema peliagudo, hacia el que no mostraba miedo en
encaminarse: las fronteras de la vida, el túnel que dicen atravesar las
personas que han tenido unas experiencias cercanas a la muerte, la luz
brillante que aguarda o estalla al final. Y, unidos de forma indisoluble a esta
gran línea conductora, otros subtemas conectados con pericia: la eutanasia, la
religión, la esperanza, la experimentación científica... En esta obra Ángel
Febles es una eminencia internacional en el campo de la medicina, investido con
una decena de doctorados honoris causa y admirado por científicos, pacientes,
periodistas y colaboradores. A su alrededor se ha construido el Instituto
Neurológico Febles, un centro experimental donde se trabaja en el campo de los
cuidados paliativos a enfermos terminales, para que ingresen en la muerte con
una mayor dosis de dulzura y paz. Este centro acaba de cesar a su gerente, don
Salvador Córcoles, y entra a ocupar su cargo Miren Fernández-Nimo, una mujer de
excelente preparación y que está atravesando un momento matrimonial bastante
delicado. La contratación le permite, entre otras cosas, intimar con el doctor
Febles, al que no sólo admira como médico sino que comienza a sentir próximo
como hombre, a pesar de la diferencia de edad que los separa. Pero una serie de
hechos, que se van encadenando de forma misteriosa (Salvador Córcoles sufre un
oportuno atropello, llegan anónimos denunciando actuaciones irregulares en el
seno del Instituto, etc), convencen a Miren de que algo está ocurriendo. Algo
que se complicará cuando la mujer comience a tener sueños en los que ciertos
fallecidos pretenden comunicarse con ella; y que alcanzará un extraño giro
cuando Elvira, su eficaz secretaria, aparezca degollada en su domicilio... Sin
dejar que los numerosos hilos de la narración escapen a su control en ningún
momento (asombra la firmeza y la invisibilidad de su pulso), Care Santos pone
en funcionamiento ante nuestros ojos un circo de numerosas pistas, donde el
ambiente hospitalario, las mezquindades administrativas, el agudo análisis de
una relación sentimental que se derrumba, los misterios ectoplásmicos, los ribetes
policiales o las indagaciones psicológicas se van combinando entre sí con
demoledora eficacia y con seductor magnetismo... Hacia la luz marcó un nuevo pico de madurez en la trayectoria
impoluta y exitosa de Care Santos, que cada vez se asemeja más a la cordillera
del Himalaya.
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