miércoles, 1 de marzo de 2017

Hacia la luz



El año 2008 fue, para la reciente ganadora del premio Nadal 2017, un período pletórico desde el punto de vista editorial: la novela Dos lunas (Montena), dos volúmenes de la serie Arcanus (Destino), El álbum de Jumbo (Algar)... También fue el año de Hacia la luz, una novela bien concebida, bien ensamblada y donde nos ponía en contacto con un tema peliagudo, hacia el que no mostraba miedo en encaminarse: las fronteras de la vida, el túnel que dicen atravesar las personas que han tenido unas experiencias cercanas a la muerte, la luz brillante que aguarda o estalla al final. Y, unidos de forma indisoluble a esta gran línea conductora, otros subtemas conectados con pericia: la eutanasia, la religión, la esperanza, la experimentación científica... En esta obra Ángel Febles es una eminencia internacional en el campo de la medicina, investido con una decena de doctorados honoris causa y admirado por científicos, pacientes, periodistas y colaboradores. A su alrededor se ha construido el Instituto Neurológico Febles, un centro experimental donde se trabaja en el campo de los cuidados paliativos a enfermos terminales, para que ingresen en la muerte con una mayor dosis de dulzura y paz. Este centro acaba de cesar a su gerente, don Salvador Córcoles, y entra a ocupar su cargo Miren Fernández-Nimo, una mujer de excelente preparación y que está atravesando un momento matrimonial bastante delicado. La contratación le permite, entre otras cosas, intimar con el doctor Febles, al que no sólo admira como médico sino que comienza a sentir próximo como hombre, a pesar de la diferencia de edad que los separa. Pero una serie de hechos, que se van encadenando de forma misteriosa (Salvador Córcoles sufre un oportuno atropello, llegan anónimos denunciando actuaciones irregulares en el seno del Instituto, etc), convencen a Miren de que algo está ocurriendo. Algo que se complicará cuando la mujer comience a tener sueños en los que ciertos fallecidos pretenden comunicarse con ella; y que alcanzará un extraño giro cuando Elvira, su eficaz secretaria, aparezca degollada en su domicilio... Sin dejar que los numerosos hilos de la narración escapen a su control en ningún momento (asombra la firmeza y la invisibilidad de su pulso), Care Santos pone en funcionamiento ante nuestros ojos un circo de numerosas pistas, donde el ambiente hospitalario, las mezquindades administrativas, el agudo análisis de una relación sentimental que se derrumba, los misterios ectoplásmicos, los ribetes policiales o las indagaciones psicológicas se van combinando entre sí con demoledora eficacia y con seductor magnetismo... Hacia la luz marcó un nuevo pico de madurez en la trayectoria impoluta y exitosa de Care Santos, que cada vez se asemeja más a la cordillera del Himalaya.

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