sábado, 4 de junio de 2016

El arte de tener razón



En esta obra, de tan breve cuerpo como intensa condición (publicada por Alianza en la edición de Franco Volpi y traducida por Jesús Alborés Rey), el filósofo Arthur Schopenhauer se planteó “el examen exhaustivo y minucioso de los subterfugios y ardides de los que se sirve la naturaleza humana común para ocultar sus faltas” (Advertencia, p.10). Y una vez efectuado ese balance, el pensador alemán nos indica que a continuación recogió “todas las estratagemas de mala fe que tan frecuentemente se utilizan al discutir y expuse claramente cada una de las mismas en su esencia más propia, aclarada mediante ejemplos y designada por un nombre propio, y añadí finalmente los medios que se pueden aplicar contra ellas” (ibíd.). 
Estamos pues ante un análisis que, no perdiendo de vista “la natural maldad del género humano” (p.16), nos advierte de una evidencia tan incontestable como lastimosa: que en toda disputa dialéctica “quien discute no combate en pro de la verdad, sino de su tesis” (p.18)… Por medio de la exposición y análisis de 38 estratagemas habituales en los discursos argumentativos, el pensador alemán va descubriendo las artimañas que usan los oradores más falaces y el modo de desmontarlas y refutarlas con rigor. Elaborar un resumen de las mismas resultaría empeño demasiado engorroso, pero sí que se puede llamar la atención sobre algunas, por su modernidad o su frecuencia de uso. La estratagema 8 afirma textualmente: “Suscitar la cólera del adversario, ya que, encolerizado, no está en condiciones de juzgar de forma correcta y percibir su ventaja. Se le encoleriza no haciéndole justicia, enredándole abiertamente y, en general, mostrándose insolente” (pp.44-45). En la estratagema 28 muestra la eficacia de ridiculizar el rival dialéctico ante el público asistente al debate, pues “la gente es muy pronta a la risa, y uno tiene de su parte a los que ríen” (p.55). Y en la estratagema 30 reduce (incluso banaliza) la importancia del argumento de autoridad explicando que “autoridades”, propiamente dichas, hay muy pocas en el mundo de la inteligencia. 
El volumen se cierra con un trabajo luminoso de Franco Volpi, titulado “Schopenhauer y la dialéctica”, que conviene no dejar de lado como pieza accesoria: aporta interesantes aspectos no solamente de este libro, sino del pensamiento global del filósofo al que hoy consideraríamos polaco, porque nació en Gdansk. 
Oportunísima reedición de Alianza Editorial que conviene tener en la biblioteca.

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