En esta
obra, de tan breve cuerpo como intensa condición (publicada por Alianza en la
edición de Franco Volpi y traducida por Jesús Alborés Rey), el filósofo Arthur
Schopenhauer se planteó “el examen exhaustivo y minucioso de los subterfugios y
ardides de los que se sirve la naturaleza humana común para ocultar sus faltas”
(Advertencia, p.10). Y una vez efectuado
ese balance, el pensador alemán nos indica que a continuación recogió “todas
las estratagemas de mala fe que tan frecuentemente se utilizan al discutir y
expuse claramente cada una de las mismas en su esencia más propia, aclarada
mediante ejemplos y designada por un nombre propio, y añadí finalmente los
medios que se pueden aplicar contra ellas” (ibíd.).
Estamos pues ante un
análisis que, no perdiendo de vista “la natural maldad del género humano” (p.16),
nos advierte de una evidencia tan incontestable como lastimosa: que en toda
disputa dialéctica “quien discute no combate en pro de la verdad, sino de su
tesis” (p.18)… Por medio de la exposición y análisis de 38 estratagemas
habituales en los discursos argumentativos, el pensador alemán va descubriendo
las artimañas que usan los oradores más falaces y el modo de desmontarlas y
refutarlas con rigor. Elaborar un resumen de las mismas resultaría empeño
demasiado engorroso, pero sí que se puede llamar la atención sobre algunas, por
su modernidad o su frecuencia de uso. La estratagema 8 afirma textualmente:
“Suscitar la cólera del adversario, ya que, encolerizado, no está en
condiciones de juzgar de forma correcta y percibir su ventaja. Se le encoleriza
no haciéndole justicia, enredándole abiertamente y, en general, mostrándose
insolente” (pp.44-45). En la estratagema 28 muestra la eficacia de ridiculizar
el rival dialéctico ante el público asistente al debate, pues “la gente es muy
pronta a la risa, y uno tiene de su parte a los que ríen” (p.55). Y en la
estratagema 30 reduce (incluso banaliza) la importancia del argumento de
autoridad explicando que “autoridades”, propiamente dichas, hay muy pocas en el
mundo de la inteligencia.
El volumen se cierra con un trabajo luminoso de
Franco Volpi, titulado “Schopenhauer y la dialéctica”, que conviene no dejar de
lado como pieza accesoria: aporta interesantes aspectos no solamente de este
libro, sino del pensamiento global del filósofo al que hoy consideraríamos
polaco, porque nació en Gdansk.
Oportunísima reedición de Alianza Editorial que
conviene tener en la biblioteca.
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